La creación de un personaje complejo, poseído por una genialidad difícil de digerir, supone todo un reto a la vez que una bendición para cualquier intérprete de cierto renombre. Esta gran oportunidad se la ha brindado la cineasta polaca Agnieska Holland (Europa Europa, Olivier, Olivier)y a su amigo Ed Harris, actor consagrado que disfruta de los desafíos y con quien ya había trabajado en anteriores filmes (Conspiración para matar a un cura, El milagro). La elección no ha podido ser más acertada puesto que el actor se deja la piel y logra una interpretación visceral, grandiosa, poníendose en el rol del atormentado Ludwig Van Beethoven en sus últimos días, afectado por la sordera y a punto de concluir la Novena Sinfonía. Para ello se valerá de una joven copista(Diane Kruger, vista en Troya y en Feliz Navidad) que le ayudará a transcribir su obra, convirtiéndose ésta en su fiel apoyo hasta el fín de sus días.
Toda producción que posea un genio malhumorado en su interior acapara indudable interés para el público. Da igual que el acercamiento al mito acabe siendo pura ficción rodeada de cierto halo de realidad, lo cierto es que poco importa que la composición del personaje se muestre verosímil o no, la memoria colectiva siempre lo asociará al actor que lo llevó a cabo, y sino que se lo pregunten al Amadeus Mozart(Tom Hulce) de Milos Forman y su risa socarrona. Sí, el cine tiene el poder de manipular a su antojo la historia para fines más artísticos, y en Copying Beethoven se opta por un estilo algo convencional para narrar la fuerte personalidad del maestro.
No hay ni que decir que la pareja Harris-Kruger funciona a las mil maravillas gracias a una labor concienzuda en la dirección de actores. No obstante, la acción narrativa adolece de cierto esquematismo, con una puesta en escena demasiado funcional y en ciertos momentos cargante. La realización de biopics siempre resulta complicada, pero por otro lado suelen ser del agrado de la Academia de Hollywood, entrenada en el duro rastreo de excesivas labores de interpretación, que encuentra en la figura de Ed harris un serio competidor este año.
Poco más se puede decir de la cinta de Holland salvo que peca de solemne y excesiva en ciertas ocasiones, aunque esto se relativiza con la inspirada dirección artística , amén de contar con una baza de incontestable eficacia: la emoción que produce la música pone los pelos de punta hasta al menos experto en la materia.