Historia rancia y efectista que nos viene repitiendo casi lo mismo desde hace un lustro.
Con esta cinta se confirma algo inevitable: que tenemos Paranormal Activity para rato, como ya señalaba el arriba firmante en la conclusión de su crítica de la tercera entrega de esta saga fílmica. Después de la mirada atrás que supuso aquella aportación, en esta ocasión saltamos cinco años en el tiempo tras la conclusión de la segunda parte, situándonos en noviembre de 2011, para seguir la historia de algunos de los personajes ya conocidos.
Por ir al grano, decir que de nuevo encontramos aquí poco de original y sorprendente en el patrón a seguir. A una primera hora muy tediosa, con ausencia de hechos relevantes, le sucede una conclusión más animada y de tintes terroríficos, que logrará que los espectadores salgan de la sala con la impresión de que este producto realmente vale la pena. Lástima que sólo los seguidores más acérrimos de estos títulos –o quizá quien no haya visionado ninguno de ellos– puedan disfrutar con una historia rancia y efectista que nos viene repitiendo casi lo mismo desde hace un lustro (véase la mentada crítica para más detalles).
Entre las contadas novedades tenemos la utilización de diversos cachivaches tecnológicos para narrar los sucesos –con obvia publicidad nada subliminal de los mismos–, aunque den pie a escandalosas incoherencias relativas a la cantidad de tiempo que dichas máquinas están conectadas sin descanso, sólo para poder seguir filmando lo que a los guionistas y a los directores les interesa. Tampoco se explican ciertas escenas de tensión donde los personajes deciden ir con los portátiles a cuestas para que quede constancia de las desgracias que les acaecen. Todo sea por no salirse de las normas no escritas de estos filmes de “metraje encontrado”.
Aquellos que quieran contentarse con cuatro sobresaltos y con los ligeros intentos de humor del arranque de la historia no pensarán que han sido estafados una vez más. Aun así, está claro que la fórmula resulta cansina y que, pese a su rentabilidad en taquilla, sería deseable encontrarse en la oscuridad de las salas de proyección con algo más que unos pocos sustos diseñados para la gente más impresionable. Por cierto, la secuencia posterior a los títulos de crédito deja el terreno abonado para la continuación de la trama en una quinta entrega. ¿Realmente hacía falta?