¿Y qué tal con el reparto (Carmelo Gómez, Aitana Sánchez Gijón, Maribel Verdú, Jorge Sanz)?
Pues me estoy llevando una grata sorpresa. En el reparto están Maribel Verdú y Aitana Sánchez Gijón, que sentían por mí el mismo morbo que sentía yo por ellas. Y ha sido increíble. Me lo estoy pasando con ellas y con el director como nunca. Maribel Verdú está siendo un gran descubrimiento, porque es una tía muy, muy divertida. Con un pronto muy bueno. Y eso que no hablamos el mismo "idioma". Aitana también, ella es muy metódica y diplomática. No compartimos ninguna de las tres la misma visión de la vida. Aitana no tiene "I-pod", no escucha música y es algo que yo no entiendo. Y luego yo no he visto teatro en mi vida y por eso nos echamos broncas. Luego me dice: "A veces oigo Kiss FM" y yo pienso que está bien, pero que se está perdiendo un mundo de posibilidades musicales. Yo acabo alucinando con ella y ella conmigo igual, por lo del teatro.
En tus últimos trabajos te has alejado de la imagen urbana y marginal con la que distes tus primeros pasos en el cine, ¿obedece esto a una necesidad vital de crecer como actriz?
No. Porque Las vidas de Celia, de algún modo, también es urbana. Y Mataharis, también, porque son madres urbanas. Y la que estoy haciendo ahora con Gonzalo es un amor: estoy imitando a Gilda, por decirlo de alguna manera. Es una femme-fatale, con los labios rojos, tipo la que hice para Alejandro Amenábar, pero con humor. Así que no me he alejado mucho de la imagen urbana, con la variación de que ahora mis personajes tienen niños y son más mayores. Siguen en el mismo contexto, salvo éste, el de Trastorno.
Compaginas el cine y la música, pero ¿has pensado expandirte profesionalmente en el teatro o la televisión?
El teatro es que tengo que verlo, antes de creérmelo. Yo asocio el teatro español al horror. Tipo (habla grandilocuente) "La cena está servida". Pero, claro, eso es por absoluto desconocimiento. Luego tiene que ser la leche una obra de teatro, pero si no te gusta... No es como la música, que está variando en cada concierto. No sé, me da mucho miedo. Imagínate meterte en una obra un tiempo considerable, con la misma compañía y estar de gira... no sé, un año entero, con contrato firmado... ¡ufff!
Sería para pensárselo...
¡Uy, uy, uy! ¡Sí, sí! ¿Y qué hago? ¿No hago música ese año? Pierdo el estudio de vista... no lo sé, no puedo imaginármelo. Y la tele es de repente un año, firmas un año. A no ser que tengas la suerte de que no funcione, que te paguen por ello y te vayas a tu casa. Eso pasó la única vez que me han ofrecido algo de tele... bueno, no, me han ofrecido muchas cosas, algo de presentadora de un programa musical, pero hace ya mucho tiempo. Ofrecen un pastón siempre. Luego anuncios, he hecho algunos y me han ofrecido más, que he aceptado hacer en momentos delicados de dinero, por ejemplo. Pero no, no me planteo el teatro y la tele como actriz, sinceramente. No pienso en ellos... De repente, igual sí. Igual sale con un amigo una serie de televisión en la que, imagínate, hiciéramos unos Soprano... no sé... quiero decir: lo que sucede en España no son solamente cinco vecinos que hablan no sé cómo, que tienen un perro y que a veces comen jamón. Está bien y eso, pero en España pasan más cosas. Porque yo vivo en Madrid y conozco gente en Madrid que no es así, a mucha que no es así. Ninguno de mis amigos es así. A mí me gustaría hacer otro tipo de cosa, no es por nada. Una comedia fuerte. Y de repente puede pasar, ya te digo: tendría que leer el guión. Pero por dinero, puedes hacer una película, pero no puedes hacer una serie. Porque creo que puedes morir en el intento.
Hay que tener valor...
Valor sí y también ganas de cargarte tu carrera. Yo es como lo veo ahora mismo. ¡Joder, me van a odiar! (Risas).
Todo actor utiliza sus fantasmas personales como herramienta de trabajo, ¿vas siempre al fondo y te expones abiertamente o hay sitios donde no entras por algún tipo de miedo o inseguridad?
El sexo no me gusta mucho. Antes de elegir un proyecto tiene que estar muy claro todo y el que lo ruede tiene que tenerlo claro también. Tiene que haber muchos factores que me garanticen que va a merecer la pena. Porque es lo único verdaderamente antinatural del cine: tú cuando estás haciendo el amor con tu novio no te estás viendo el coño y el sexo explícito en pantalla es complicado tratarlo bien. Me gustó mucho, por eso, Yo soy la Juani (Bigas Luna, 2006), en los morreos y en cómo se tocaban, es lo que más me gustó de la película: cómo se morreaban ellos dos y cómo se tocaban. Había algo como muy fresco ahí. Yo lo ví bien en Asfalto (Daniel Calparsoro, 2000). Allí no había desnudos explícitos pero había muchos morreos muy buenos en esa película y un morreo muy bueno es muy complicado hacerlo en cine, porque si no te gusta el actor con el que estás... yo no puedo. Y en esta peli (se refiere a Trastorno)... no podía.
¿Te lo exigieron en la película?
Sí y no pude. Es que no pude hacerlo. Pep (Munné, visto en Sin tí) tenía que darme un beso y yo me echaba para atrás y le mandaba a que se echara perfume en el cuarto... improvisaba... no podía.
Hay actores que no soportan verse en pantalla o tardan un tiempo en aceptar su propio trabajo debido a los juicios personales, ¿es tu caso?
Sí, me critico un montón. Físicamente, sobre todo. Tengo muchas taras, la verdad. Y es un coñazo.
Has adquirido una categoría notable como actriz, ¿consideras que estás en el mejor momento de tu carrera?
No, considero que estoy en un momento de inflexión. He hecho películas, pero no me gusta que la gente me reconozca. Me gusta mi público, la gente que atraigo. Jorge Sanz me comentaba el otro día que no se siente identificado con el público que ve sus películas, sobre todo por la edad. Yo sí me siento identificada con la gente que ve mis películas y también con la gente que escucha mi música. Cuando alguien se me acerca a comentarme algo que le ha gustado, me gusta pensar que podría tirarme toda una tarde hablando con esa persona. La gente que se me acerca es la que ha visto algún trabajo mío y le ha gustado para algún momento de su vida. Y es por lo que trabajo, no para ser más popular ni para que las señoras desde sus casas me reconozcan. No trabajo para eso. Creo que lo que estoy consiguiendo es lo que quería conseguir y creo que la gente con la que me identifico a través de mi trabajo es la gente con la que quería identificarme. Muchos me preguntan si soy elitista a la hora de elegir mis proyectos y no, no tiene nada que ver con eso. No sé, para mí el cine es poner emociones y sentimientos, porque yo trabajo desde un punto muy personal y eso no es cualquier cosa, tío. Eso es importante y cuando la gente lo vive así, me digo: "¡Coño, lo estoy haciendo bien!". Y eso es lo que tengo que hacer y cuando no lo hago así, me digo: "¡La próxima lo tengo que hacer bien!".