Hace unos meses se estrenaba en salas Remake de Roger Gual, abriéndose camino con buen oficio y mejores actores con una historia plagada de derrotismo ante el pasado. Esta semana nos llega La silla de Julio Wallovits, director argentino que compartió las mieles del éxito con el ya citado tras la sana inteligencia que desprendía Smooking room. De hecho, ambas películas comparten cierto punto de partida: si en Smooking room la búsqueda de la dignidad humana se personificaba en la figura de un simple cigarrillo, en La silla es justo la obtención del objeto que le da nombre lo que llevará a nuestro protagonista a depositar todas sus esperanzas para consegur la ansiada realización personal. Ahora, eso sí, los caminos de Wallovits para conseguirlo difieren mucho a los trazados en su ópera prima.
Estas diferencias no se hacen esperar dado que el tratamiento narrativo pasa a ser esta vez demasiado teatral, opresivo, cercano a lo experimental con la voz en off de Sanchis Sinistierra que no nos abandona en ningún momento (no parece casual la participación de este reconocido autor teatral, dado que su particular visión de la realidad no dista del surrealismo que impregna la película). Tal vez sea esta la razón por la que esta película merecería tranmitir sus reflexiones bajo otra forma de expresión. A simple vista se diría que la mejor opción de conectar con un público ávido de tanta metáfora existencialista hubiera sido a modo de extravagante pieza teatral estrenada en salas alternativas, perfecto escenario para que los pseudointelectuales de turno pudieran dar rienda suelta a sus improbables teorías sobre el sentido de la vida. En pantalla grande, La silla se convierte en una soporífera cinta no apta para toda clase de público -el filme contiene cierto aire del Samuel Beckett de Esperando a Godot, con esos dos policias argumentando su papel en esta "Obra"- en la que sí es cierto que brilla un reparto comprometido con una historia que supone todo un reto para el espectador más impaciente (pensándolo mejor, para todo tipo de espectadores).
En esta producción, el concepto "cine de autor" se deja notar en toda su esencia, conformando así una indigerible "paja mental" sobre la condición del ser humano. Ánimo valientes.