Podemos asegurar que desde que estalló el fenómeno Torrente ha habido un antes y un después en el cine español, al menos en lo relativo a una porción muy destacada de los espectadores, que al fin y al cabo son los que pasan por taquilla y hacen que la industria patria se mantenga en pie. Si el debut a la dirección en largo de Santiago Segura abrió una brecha importantísima, hubiera sido de tontos dejar pasar la oportunidad de meter por ella a todos los amiguetes posibles, para que así todo el mundo pudiera entrar en el reparto del pastel. Eso sí, contando con el patrocinio o la colaboración más o menos cercana del gurú antes mencionado, por supuesto, que su presencia en cualquier programa de televisión que se precie siempre ayuda de cara a la recaudación.
Pues bien, años después del inicio del fenómeno nos encontramos con la innecesaria continuación de aquel Isi Disi: Amor a lo bestia (Chema de la Peña, 2004) que en su día cabreara a unos (por dar una imagen tergiversada del mundillo heavy, o directamente por ser una mala película) y entusiasmara a otros (porque no pedían nada más que una comedia cafre y descerebrada, y ésta lo era un rato). En esta ocasión el director es Miguel Ángel Lamata, que ya firmara Una de zombis en estrecha colaboración con Santiago Segura, así que no hay peligro de que el resultado sea otro que el esperado: una sucesión de situaciones absurdas envolviendo un argumento sacado de cualquier película gamberra de universitarios norteamericanos (los protagonistas deben batir a sus rivales en un concurso de grupos musicales), con profusión de los ya habituales cameos marca de la casa que sirven para dar la errónea impresión de que aquí hay más de lo que parece.
Suponemos que habrá dos objetivos básicos que logrará la película: por un lado hacerse con una recaudación considerable, y por otro conseguir que tanto los que han participado en ella como una buena proporción de la gente que pague por verla se rían a carcajadas.
Respecto al primer punto, decir que es una lástima que cuando el público por fin acude a las salas a ver cine español tenga que ser para presenciar productos como este, dejando a muchas cintas de valía superior languidecer en su paso por la cartelera (pero bueno, si la gente quiere retroceder a los tiempos de Ozores, Esteso y Pajares parece que vamos por el buen camino).
Respecto al segundo, la teoría más generalizada según lo visto hasta ahora es que si te reíste con la primera parte de Isi Disi no hay motivos para que esta te vaya a parecer peor. Por el contrario, si aquella te pareció penosa más te vale no volver a probar suerte. Ah, y quien no la haya visto y sencillamente no intuya de qué va la misa, que sepa que le espera una buena dosis de vocabulario soez, barbaridades, escatología, ordinarieces, patético sexo sucio, actores mediocres... Y la presencia casi constante de Florentino Fernández y Santiago Segura para rematarlo todo.
En definitiva, una excusa para que unos pocos se llenen los bolsillos y sigan teniendo la justificación perfecta para empobrecer el nivel artístico del cine español con nuevas secuelas y subproductos similares.