Daniel Monzón ha sido siempre un gran inconformista. Hace años se mostraba en desacuerdo con muchos cineastas desde sus lineas en "Fotogramas", ahora al otro lado de la pantalla, no como crítico sino como director, sigue mostrando esa vena rebelde, esas ganas de ir a contracorriente en una industria coservadora como tradicionalmente es la cinematográfica.
Desde su opera prima El corazón del Guerrero dejó claro que no seguiría los esquemas preestablecidos del cine español, haciendo una película fantástica en lo que es un género denostado y maltratado en nuestro país. Despues de su fallida El robo más grande jamas contado, Monzón vuelve a nuestras pantallas con La caja Kovak, producción arriesgada dónde la ciencia ficción y la realidad se funden de tal manera que la trama, aunque vagamente absurda, se hace verosimil a medida que avanza el metraje.
Gran parte del merito lo tiene el guión, firmado por el mismo Monzón, que nos adentra en la vida de David Norton, un escritor americano de fama mundial que es invitado a una paradisiaca isla balear. Una vez allí su prometida resulta muerta en lo que parece un extraño suicidio. Pero a David hay algo que no le cuadra.
Las piezas empezarán a encajar cuando el escritor conzca a Silvia (Lucía Jimenez), una lugareña que ha sobrevivido a su propio suicidio. Plano a plano se va desenmarañando una madeja de incognitas hasta llegar a solucionar el misterio, hacia la mitad del film.
Este es precisamente el fallo de La caja Kovak, que muestra sus cartas demasiado deprisa, dejando al público expectante, ambicionando una nueva vuelta de tuerca que no acontecerá en lo que queda de metraje.
Afortunadamente esta cinta no es un Scream al uso, no es una producción que base todo su desarrollo en un final tramposo, en un fin de acto sorprendente que de sentido a todo el conjunto de la trama. Cada secuencia individualmente considerada tiene algo de nuevo y sorprendente, algo de fresco. Sólo por haber traido a un actor como Timothy Hutton (ganador de un Oscar por Gente corriente) a nuestro cine, esta película ya merece por lo menos cierta curiosidad. Si a esto le añadimos la valiente incursión en el farragoso campo de la ciencia ficción -más con la escasez practicada por el cine español-, y una trama tan cuidada y bien desarrollada como la que se nos plantea, tenemos una más que atractiva oferta para pasar un buen rato de cine. Un cine que tiene un regusto americano, aunque el paisaje balear y la inquietante belleza de Lucía Jiménez no nos dejen olvidar que nos hallamos ante una producción "made in Spain".