Seis años han pasado desde la última vez que Paul Verhoeven apareció en los créditos de un film. Seis años llenos de proyectos frustrados que parecían ser sistemáticamente rechazados por Hollywood y que finalmente le han llevado de vuelta a su Holanda natal, un retorno que se ha saldado con uno de los títulos más sólidos de su carrera.
“El Libro Negro” supone para Verhoeven una vuelta a los orígenes en todos los sentidos. Mano a mano de nuevo con Gerard Soeteman, guionista de todas sus cintas hasta su salto al cine norteamericano, el holandés incursiona en el género histórico para contarnos una historia sita en la Holanda bajo ocupación nazi de la IIª GM a través de las peripecias de Rachel, una joven de origen judío integrada en la resistencia que debe seducir a un oficial alemán para obtener información. Verhoeven vuelve así a terrenos ya tanteados en algunos de los primeros títulos de su filmografía como “Eric, oficial de la reina”(1977), su anterior retrato del conflicto bélico desde el prisma holandés o“Katy Tippel”(1975), donde también narraba las peripecias de una mujer para sobrevivir en un entono social hostil. Pero en esta ocasión, el director de “Desafio Total”(1990) se acerca, a través del género del suspense, a temas más espinosos con resultados notables.
Durante la primera mitad de su metraje, “El Libro Negro” navega por lugares ya conocidos y no dista mucho de las películas de espionaje e intriga situadas en aquel periodo, si bien la labor de sus intérpretes y la firme realización del director consiguen mantener el interés en todo momento. Es en cambio hacia su segundo bloque cuando enseña sus verdaderas cartas y se erige en una fascinante visión acerca de la moralidad y las (falsas) apariencias. A través de una serie de giros sucesivos de la trama, el espectador es testigo de cómo nadie es quien parece ser ni tiene las intenciones que se suponen, de cómo las circunstancias pueden hacer que héroes y villanos, oprimidos y opresores, intercambien sus papeles para dar pie a una situación idéntica. Estos giros de los personajes, que en más de una ocasión obligan a replantearse la narración previa, son desarrollados no como una forma de sorprender al espectador –cosa que también consigue- sino más como un radiografía del comportamiento humano y su potencial para la miseria y la mezquindad. Es el gris el color dominante en esta película de un género que por norma general suele presentarse en términos de blanco y negro.
Por otro lado y atendiendo a sus rasgos formales, demuestra que ese periodo de paréntesis desde “El Hombre sin sombra”(2000) no ha hecho mella en su director. En consecuencia este nuevo trabajo acoge las principales constantes de su obra, especialmente esa visión explícita, directa y natural de la violencia y el sexo que tan polémicos ha hecho a algunos de sus trabajos anteriores y que sus detractores suelen achacar al exhibicionismo y mal gusto sin pararse a considerar que el cineasta sabe integrar tales elementos como parte fundamental de los personajes y su desarrollo. La sobriedad con la que tales secuencias son narradas son prueba de ello y no hacen sino confirmar, junto a las puntuales y bien medidas notas de humor y la facilidad con que están resueltas las secuencias de acción y suspense, las excelencias de Verhoeven como narrador. En lo tocante al reparto, que incluye como secundarios a algunos de los actores fetiche del director en su primera etapa, sin duda destaca la labor de su protagonista, la holandesa Carice Van Houten, magnifica en todas las facetas por las que transita su personaje, desde las más glamurosas a las más miserables.
“El Libro Negro” se confirma por tanto como la prueba de que Verhoeven sigue en plena forma y fiel a sí mismo. Un cineasta muy a tener en cuenta que hace de esta película una de las más interesantes del año.