El singular director David Lynch, autor de clásicos cinematográficos contemporáneos como El hombre elefante (1980), Terciopelo Azul (1986) y Mulholland Drive (2001) no dirige un largometraje desde 2006, año en que Inland Empire le procuró la aclamación de la crítica internacional.
Esto no quiere decir que Lynch (en la imagen) haya estado inactivo desde entonces, dado que se trata de un artista multidisciplinar y multifacético, casi al nivel de un Alejandro Jodorowsky, por lo que su nombre aparece asociado día sí y día también a todo tipo de proyectos.
Sin embargo, los cinéfilos le echan de menos, y él también parece echar de menos el cine, a tenor de lo que acaba de manifestar en una entrevista concedida al diario británico The Independent: “Mis ideas son en el mundo de hoy menos comerciales que nunca, así que, aunque por supuesto que me gustaría volver a hacer una película, no tengo ni idea de cuál es mi futuro en este ámbito ni tengo pista ninguna sobre lo que sería o no capaz de hacer”.
Lynch achaca esta situación “al panorama depresivo que atravesamos. Cualquier tipo de cine no estrictamente popular tiene suerte si encuentra un mínimo espacio en la cartelera”. El director, cercano ya a los setenta años, opina que si hay alguna oportunidad hoy por hoy para él, “está en la televisión, ahora mismo mucho más creativa que el cine”.