De todos es sabido que el cineasta neoyorquino Woody Allen (en la imagen) lleva años filmando fuera de su ciudad natal y, por extensión, fuera de Estados Unidos, país en el que hace tiempo no es taquillero, y en el que tiene mala imagen debido a la relación sentimental que mantiene con su hijastra, Soon-Yi.
Allen ha rodado películas en Londres, Barcelona y Oviedo, Roma y París (donde volverá en otoño para dirigir en otro film a Emma Stone y Colin Firth); además, otras ciudades europeas como Munich y Copenhague están entre sus objetivos, aunque sin concretar por qué proyectos.
Pues bien, las autoridades de Estocolmo no se han cortado a la hora de ofrecer públicamente a Allen ubicar una de sus realizaciones en la ciudad sueca, aportando para ello todo el dinero que el guionista y director norteamericano estime necesario, en torno ni más ni menos que a 18 millones de dólares.
Pero, para sorpresa de los suecos y de los fans conocedores de su cine, Allen ha rechazado por ahora la oferta, incluso aunque conllevaría rodar allí donde lo hacía uno de sus maestros, Ingmar Bergman. Y Allen ha sido honesto al explicar las razones de su negativa… por ahora: “Sí, se nos ha puesto el presupuesto de una película en bandeja, pero no tengo por ahora una idea que justifique hacerla allí. Amo Estocolmo, he estado varias veces en la ciudad a título particular, fue el hogar de Bergman; pero, precisamente por esto, quiero brindarle a la ciudad una historia y una película de la que sus habitantes puedan estar orgullosos, no un simple producto turístico, de encargo”.