Primera novela desde su recuperación, ello sin tener en cuenta "Mientras escribo" (cruce de biografía y utilidad didáctica iniciada antes de su grave accidente) y "La chica que amaba a Tom Gordon" (una de sus más discretas creaciones) "El cazador de sueños" es el regreso del puro King a la literatura fantástica. Demasiado grande el reto de superar a "Un saco de huesos" -cuya adaptación al cine está, como todo lo que él firma, asegurada- el escritor de Maine plantea un tema más propio de las historias de Chris Carter y sus Expediente X que de su temática habitual, aunque de todo hay en su dilatada obra.
Recupera además el uso de los dos tiempos para mostrar la unión de un mismo grupo de personas a través de una infancia que les ha marcado en su vida adulta. No llega al nivel de su inabarcable "It" (con la cual hay referencias cruzadas eliminadas en la gran pantalla), pero muestra su interés al reincidir en esa relación de niños/adultos enfrentándose a un problema en que se implican fuerzas sobrenaturales.
Así se junta a un grupo de chicos con rasgos muy marcados, un niño de aparente deficiencia que oculta un don visionario, y con 20 años por medio se les mete en un escenario marciano con ejército norteamericano -inevitablemente desbocado- incluido. Con todo ello tenemos un libro de estudiada introducción, dilatado nudo, y creciente camino al desenlace. Al gusto del "rey". Evidente que con su incontinencia detallista, presentando rasgos y ubicaciones, antes o después ha de ser demasiado para caber en una cinta.
Pero con todo, la presentación para esta película es buena, la reproducción de escenas brillante, en perfecta sincronía con un libro que refleja frío, inhóspitas montañas y bosques en que la atmósfera ayuda al caos de la invasión alienígena. La aportación visual entra con el ideal calzador, concediendo licencias a gusto de producción pero cumpliendo con lo que pide una narración hecha por un hombre de mente cinematográfica. En el avance, inevitablemente se impone un corte. El viaje homérico en tono de blando thriller sufre un seccionado brusco que evita gran cantidad de tinta mostrando la relación entre una fuerza extraterrestre y el cuerpo huésped invadido. Mantiene al menos la alegoría biblotecaria del anfitrión encerrado en su cabeza con sus recuerdos, acechado por el invasor que necesita armarse de sus conocimientos, comprensible para el espectador en clara prueba de que la dirección ha cumplido con una parte difícil, aun con la consciencia de que se entiende mucho mejor habiendo bebido primero de la fuente original.
La forma de cortar es pues un fallo asumible, decisión necesaria para seguir adelante aun seccionando rasgos de la personalidad que hacen menos comprensibles ciertas actuaciones y decisiones. Por lo demás, ante la complejidad tradicional en estas adaptaciones, aprobado holgado que lleva a buen término otra historia de este maestro de la ficción.