Adaptación de un drama irregular de David Mamet que no logra encauzar en pantalla el director Stuart Gordon
Adaptación de la obra teatral homónima escrita por David Mamet en 1982. El propio dramaturgo firma el guión cinematográfico. Dirige Stuart Gordon.
A quien le sorprenda hallar mezclados los nombres de Gordon (Re-Animator, Dagon) y Mamet (Casa de Juegos, Glengarry Glen Ross) le interesará saber que Gordon fue el primero que puso en escena Sexual Perversity in Chicago (1974), una de las obras tempranas de Mamet, y que ha luchado durante varios años por hacer lo mismo en el cine con Edmond; Neil LaBute (Amigos y Vecinos) también había manifestado su interés por el texto.
Edmond es, en palabras de su autor, “un cuento de hadas sobre la vida actual”, inspirado por malas experiencias personales. Mamet volcó en el papel su odio por la ciudad de Nueva York, donde residía por entonces, y las fantasías violentas y autodestructivas que trajo consigo una crisis de pareja.
El protagonista de la obra, y por tanto del film, es Edmond Burke (William H. Macy), un ejecutivo infeliz que al salir un viernes del trabajo se presta a una sesión de tarot que cambia su vida. “No estás en el lugar al que perteneces”, proclama la pitonisa que le atiende. Y Edmond decide repentinamente buscar ese lugar, lo que le lleva a abandonar a su mujer y a emprender una larga jornada nocturna y urbana con escalas accidentadas en locales de strip-tease, restaurantes, iglesias y prostíbulos.
Las relaciones casuales que Edmond establece en pocas horas revelan sus limitaciones como ser humano. Su trato con los demás no traspasa las barreras de los prejuicios, la frustración y los malentendidos. Como es habitual en Mamet, Edmond no trata tanto sobre la imposibilidad de encontrar una solución a nuestros dilemas existenciales como una voz ajena que los comprenda. Para Mamet el lenguaje es un arma, un mecanismo de manipulación y poder tras el que permanecemos incomunicados. En este sentido, y pese a su final aparentemente cruel, Edmond es uno de sus escritos más optimistas: Burke se equivoca, comete crímenes atroces. Pero su progresiva renuncia a los condicionantes sociales, lingüísticos y de género que habían definido su vida hasta el momento le procuran una compañía receptiva y un refugio.
La película hereda la estructura episódica del original, así como su deficiente progresión dramática, lo que produce cierta sensación de arbitrariedad narrativa. Existe además una tensión no resuelta entre el tono fabulístico de Mamet y la realización meramente funcional, ilustrativa, de Gordon. El realismo formal limita la expresividad y el alcance de hechos y diálogos.
Lo más apreciable de Edmond es William H. Macy, que modula numerosos registros interpretativos sin dejar que su personaje pierda cohesión o se le escape de las manos. Le acompañan en roles menores Julia Stiles, Joe Mantegna, Mena Suvari, Denise Richards, Jeffrey Combs, Debi Mazar y Rebecca Pidgeon; casi todos ellos actores ligados en algún momento a la carrera de Mamet y/o Gordon.