HACE 2.500 AÑOS... UN POCO DE HISTORIA
La batalla recreada en cómic por Frank Miller y en cine por Zack Snyder aconteció en el año 480 antes de Cristo. Para escapar a su condición de nación asiática y continental, Persia buscaba desde hacía mucho tiempo adueñarse del Mediterráneo y disfrutar así de los beneficios aportados por el tráfico marítimo. Con ese fin, diez años antes el emperador Darío I ya se había propuesto invadir Grecia. Pero su formidable ejército, invicto hasta entonces, fue aniquilado en los llanos de Maratón por las tropas atenienses.
Muerto Darío, su primogénito Jerjes vuelve a la carga presionado por las sublevaciones que tienen lugar en Egipto y Babilonia, partes por aquel entonces del imperio. Herodoto cifra en centenares de miles los soldados reunidos por Jerjes para cercar Grecia por Este y Oeste, con la ayuda de unidades navales chipriotas, fenicias, jónicas y egipcias. Esparta y Atenas constituyen circunstancialmente una alianza para combatir la amenaza persa.
Los enfrentamientos decisivos tienen lugar en agosto de 480. Los atenienses vencen a los persas en el mar. En tierra, un estrecho desfiladero al norte de Grecia conocido por sus manantiales de agua termal –de donde deriva su nombre, Termópilas- es el escenario escogido por Leónidas, rey de Esparta, para repeler a los invasores. Las tropas bajo el mando de Leónidas no superan los siete mil hombres, incluyendo a los trescientos miembros de su guardia personal que serán quienes terminen haciendo historia. Contra sus escudos se estrellan una y otra vez durante cinco días los persas, que sólo dirimen la batalla a su favor gracias a la traición del griego Efialtes. Los espartanos tienen aun así la oportunidad de retirarse, pero la desdeñan para retrasar el avance enemigo a costa de sus vidas.
El sacrificio espartano sigue considerado dos mil quinientos años después uno de los actos más heroicos de la historia militar. Y aunque Jerjes cruzó las Termópilas, las desastrosas derrotas de sus ejércitos en Salamina, Platea y Micala sellarían la decadencia del imperio persa.
ORIENTE, OCCIDENTE, Y LA INCORRECCIÓN POLÍTICA
El anuncio de Frank Miller de un próximo cómic en el que Batman luchará contra Al Qaeda (“Holy Terror, Batman!”) y la misoginia y el maniqueísmo moral percibibles en la saga “Sin City”, unidos al talante tradicionalmente implacable e incorrecto de sus héroes, han suscitado reacciones encontradas respecto a los valores que rigen los trabajos recientes del guionista y dibujante norteamericano.
Recelos que una obra como “300” no puede sino agudizar en unos tiempos que, desde los atentados del 11-S, algunos estiman de confrontación entre los valores occidentales y los representados por el mundo musulmán. Si “El León de Esparta” (1962), la película que descubrió a Miller la gesta del rey Leónidas y sus huestes, fue considerada en plena Guerra Fría una alegoría beligerante sobre la política de bloques, la historia de “300” brinda hoy un discurso transparente para quien busque leerla en estos términos.
De hecho, Miller convierte a los valedores de una sociedad oligárquica, brutal y primitiva como fue la espartana en comparación a la ateniense, en guerreros por “la razón y la justicia” frente a “las antiguas tradiciones estúpidas de los bárbaros ululantes, los ejércitos de toda Asia, dispuestos a aplastar a las impertinentes repúblicas de Grecia, a esclavizar a los únicos hombres libres que el mundo ha conocido”. Para quien crea que establecer paralelismos con la actualidad es gratuito y provocador, que atienda a las siguientes declaraciones de Miller a la radio pública norteamericana el pasado mes de enero: “Para mí es evidente que Estados Unidos, Occidente, afrontan una amenaza que sabe muy bien lo que quiere mientras que nosotros damos la impresión de ser un imperio que se derrumba [...] Nadie habla de la barbarie propia del siglo VI que encarnan aquellos que nos plantan cara [...]”.
UN GENIO DEL CÓMIC QUE TANTEA EL CINE
Ideologías aparte, nadie cuestiona la maestría de uno de los autores de cómic más relevantes de los últimos veinticinco años. Así lo certifican sus reformulaciones de Daredevil (“Born Again”, “Elektra Lives Again”) y Batman (“Dark Knight”, “Año Uno”), marcadas por una dolorosa intensidad dramática y por una narración extraordinaria que combina un montaje milimétrico de viñetas y páginas con la cinética propia del manga. Y así lo certifica también la anarquía crítica que encierran cómics como “Hard Boiled” y “Give Me Liberty”, obra esta última que perfila por otra parte un inolvidable personaje femenino, Martha Washington. Menos conocidos, pero muy reveladores, han sido sus compromisos en favor de los derechos de los autores frente a las editoriales, y en contra del establecimiento de calificaciones morales en las portadas de los cómics.
En cuanto al cine, aunque se insiste a menudo en que “Dark Knight” y “Batman: Año Uno” influyeron en el renacimiento fílmico de Batman planteado por Tim Burton en 1989, esto no sirvió a Miller para abrirse camino en el séptimo arte: sus guiones para “Robocop 2” (1990) y “Robocop 3” (1993) fueron maltratados por la productora Orion hasta el punto de hacer renegar a su autor de Hollywood. Todo ha cambiado con “Sin City” (2005), adaptación tan fiel del original que su realizador, Robert Rodríguez, quiso compartir con Miller el crédito de director. Miller se encuentra inmerso actualmente con Rodríguez en dos secuelas de “Sin City”, y figura como productor ejecutivo de “300”. Además, en la última Convención de Cómics de San Diego se hizo público que dirigiría una versión cinematográfica de “The Spirit”, genial tebeo de Will Eisner que el autor de “Dark Knight” siempre ha reconocido como influencia básica en sus pinceles. ¿Es el comienzo de una nueva etapa en la carrera de Miller?
