Con ocasión de los premios Goya -el cine español se premia, aún viviendo una eterna crisis- la confusión regurgita una de las polémicas más gratuitas de los últimos tiempos.
La pelota Vasca, el documental de ánimo conciliador de Julio Medem, a pesar de haber reunido opiniones y técnica en un trabajo impecable, vuelve a la palestra tornando en inútiles todas las pretensiones del realizador.
Si bien es cierto que ésta cojea por falta de ciertas opiniones, no aportadas con argumentos respetables pero que terminan por enmudecer la visión global pretendida, las críticas que resurgen con motivo de la nominación vuelven a dar una dimensión inmerecida síntoma de las dificultades que se tratan de retratar en la cinta.
De esta manera, mientras las Víctimas del Terrorismo se manifiestan en contra en una concentración previa a la gala, Cultura Contra La Guerra, ha apoyado a Medem de forma categórica. La nueva separación de dos frentes es triste, fiel reflejo de un mal endémico para el que no parece existir vacuna.