Film cuyas pretensiones de seriedad se diluyen en un vértigo final de violencia e inverosimilitudes
Ópera prima del norteamericano David Ayer como director. Ayer había escrito previamente –se ocupa de ello también en Harsh Times- los guiones de U-571 (2000), Training Day (2001), A Todo Gas (2001), Dark Blue (2002) y S.W.A.T. (2003).
De las películas citadas se deduce cierta fijación por una masculinidad atrincherada en entornos agresivos y en valores éticos y fraternales incompatibles con las exigencias del medio social. Casi todas se formulan genéricamente como thrillers, cuyas pretensiones realistas en cuanto a tipos y escenarios se topan con los condicionantes impuestos por el público al que van dirigidas (similar probablemente a los protagonistas de sus guiones). Condicionantes que se traducen en la superficialidad visual y dramática.
Harsh Times se mueve entre las mismas ambigüedades, por mucho que al controlar Ayer las riendas formales se aprecie un mayor esfuerzo porque la historia transite por cauces coherentes: Tras combatir en Iraq, Jim (Christian Bale) vuelve al barrio humilde de Los Ángeles en el que ha habitado siempre. Aunque intenta recuperar el estilo de vida perezoso y despreocupado que solía unirle a Mike (Freddy Rodríguez), un amigo de la infancia, las experiencias en el campo de batalla le han transformado en un tipo muy peligroso. Su comportamiento, que arrastra a Mike, roza el punto de no retorno.
Ese punto lo alcanzan los personajes y el propio Ayer con brusquedad. Lo que hasta un momento determinado podía considerarse un drama anclado en lo cotidiano, precipita en un cóctel de acción y violencia que neutraliza los esfuerzos previos por implicarnos con Mike, Jim y su ambiente. Además, ya hemos visto muchas películas sobre la amistad condenada a la catástrofe entre un tipo con algo de cerebro y otro incontrolado (cuando no rematadamente imbécil). Por tanto el desenlace de Harsh Times resulta previsible.
En el reparto se ha cedido igualmente al reclutamiento de rostros que diluyen la ilusión de autenticidad. Freddy Rodríguez sí se halla en sintonía con lo que se propone para su papel. Cansa sin embargo la enésima interpretación de Christian Bale en plan “cuánta intensidad, qué tormento, demasiado gimnasio”. Y la presencia de Eva Longoria en el papel de Sylvia, la novia abogada de Mike, es tan absurda como cuando aparecía en La Sombra de la Sospecha pistola en mano. ¿Esta señorita por qué sale en películas? Ah, ya, que es una estrella televisiva y acaba de ser nombrada trasero del siglo, o algo parecido.
A la postre, lo más atractivo del film es el mimo con que se ha aplicado en lo referente a sus imágenes. Rodada con cámaras de súper 16 mm y con frecuentes subexposiciones fotográficas en localizaciones siniestras del South Central de Los Ángeles y de la frontera mejicana, Harsh Times intenta recrear una atmósfera que Ayer ha respirado. Pero eso no tiene mucha importancia si luego los encuadres pasan a ser ocupados por bíceps, cristales rotos, ojos desorbitados, pistolas de todos los calibres y pechugas de la semana.
Y lo mismo cabe decir del hecho de que Jim sea veterano del conflicto iraquí. Es del todo irrelevante, aunque al menos procurará a la película alguna nota a pie de página en futuras historias del cine y tesis universitarias.