La mentira siempre fue un recurso utilizado en cualquier tipo de narración; desde Homero -pasando por Skakespeare- el faltar a la verdad ha sido origen de pasiones vitales, aquellas que hacen moverse a las historias.
Así una mentira es el origen de "La vida de nadie"; en 1993, en Francia, un padre de familia es descubierto tras 20 años de falsas apariencias; para todos menos él, trabajaba en una multinacional -"nada menos"- y parecía que los problemas económicos no iban a llegar nunca...Pero el tiempo le llevó a un punto en el que la baraja de naipes que era su vida se desplomó sobre él, llevándose por medio a su familia y a él mismo.
José Coronado protagoniza a este desdichado yuppie de banco -banco de parque- que intenta sobrevivir a su engaño; tras un planteamiento brillante -una primera media hora poderosa en intenciones- la película se desmonta en la medida en que el espectador ya sabe de que va todo -no para la familia del falso yuppie y su entorno-; así, asistimos a una larga y agonizante caída sabida, que no sorprende y que deja al espectador algo tibio; y lo peor, que dura demasiado tiempo.
Obviamente, no estoy pidiendo que al yuppie desdichado le toque la lotería ni mucho menos que se le arregle la vida por una Mary Poppins; el problema es que la mayor parte del segundo acto -el grueso del film- funciona pero no sorprende, demasiado repetitivo en el recurso "me van a pillar el pastel y al final escondo el bulto".
No obstante, el talento que demuestra su director para resolver algunas de las acciones del metraje hacen confiar en él, por lo menos para la próxima vez que tenga la intención de ponerse detrás de una cámara y gritar "acción!".