Dado el poder económico y mediático de la industria del cine norteamericano, no es raro que se la considere un poder estratégico y que el gobierno de aquel país la respete y tenga muy en cuenta sus derivas y actitudes.
Esto ha vuelto a ponerse de manifiesto con la reunión a puerta cerrada que el actual inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama (en la imagen), mantuvo con responsables máximos de los seis grandes estudios de Hollywood, a los que se sumaron los presidentes de Lionsgate y DreamWorks Animation. Entre los presentes, Bob Iger (Disney), Jeffrey Katzenberg (DreamWorks), Kevin Tsujihara (Warner Bros.) y Rob Moore (Viacom/Paramount).
En la reunión, según ha trascendido, se abordaron aspectos relacionados con la implementación de nuevas tecnologías en el cine y su repercusión en el empleo y el avance tecnológico estadounidense, y con el impacto de las recaudaciones de las producciones de aquel país en la frágil economía local y global.