En el año 2084 el planeta Marte es una colonia de la Tierra; Doug Quaid, un obrero de la construcción, tiene pesadillas relacionadas con ese planeta a pesar de no haber estado nunca en él. Tras oír hablar de Memory call, una empresa que se dedica a implantar recuerdos en el cerebro de sus clientes, se dirige allí y escoge el recuerdo de unas vacaciones en Marte durante las cuales vivirá una aventura como agente secreto. Sin embargo algo sale mal y Quaid pierde el conocimiento; cuando vuelve en sí, nada en su vida volverá a ser lo que era.
Viendo la filmografía del director holandés Paul Verhoeven en su conjunto, no es de extrañar que Desafío total le pareciera un proyecto apetitoso que venció su temor a encasillarse en el género de la ciencia-ficción tras su éxito con Robocop (1987). El protagonista, un amnésico que quiere salvar a Marte, pero que antes fue un traidor y que tal vez sólo esté viviendo una fantasía que se le está yendo de las manos, está tan alejado del prototipo tradicional de héroe de Hollywood como el robot semihumano lobotomizado de Robocop, el policía pelele con el que Sharon Stone juega a su gusto en Instinto básico (Basic instinct, 1992), los soldados estúpidos e inconscientes de Eric oficial de la reina (Soldaat van Oranje, 1978) y de Starship Troopers (1997), o el científico psicótico de El hombre sin sombra (Hollow man, 2000). Y las posibilidades que ofrecía el proyecto para llevar a cabo un relato ambiguo donde los conceptos de imaginación y realidad, verdad y mentira, se desvanecen y se entremezclan, alinean a Desafío total con El cuarto hombre (De vierde Mann, 1980) e Instinto básico, las otras dos obras maestras de Verhoeven.
La película es una estupenda y espectacular montaña rusa de acción, espléndida e innovadora a nivel visual: la atractiva y luminosa fotografía de Jost Vacano rompía con los tonos sombríos y apagados que habían predominado en la ciencia-ficción y en todo el cine de los años 80, y el desparrame de efectos especiales hizo las delicias de los fans de Arnold Schwarzenegger, el gran ídolo del momento.
Pero al mismo tiempo el film ofrecía muchísimo más al público más inquieto: la escena en la que Schwarzenegger recibe la visita de un presunto empleado de Memory Call que le dice que todas las peripecias que está viviendo son las vacaciones como agente secreto que él mismo solicitó que se implantaran en su mente, es uno de los mejores ejemplos de metalenguaje y posmodernidad nunca vistos en el cine. Desafío total hace todo un discurso analítico e irónico sobre las convenciones de la ciencia-ficción y de todo el cine de género: los héroes, los villanos, la chica buena, la chica mala, la salvación del planeta, etc., y consigue además insertarlo en una película comercial sin por ello trivializarlo.
Verhoeven y los guionistas juegan con una increíble maestría con las constantes del género, poniéndolas en evidencia y transgrediéndolas sin llegar aparentemente a romperlas. La ambigüedad sobre si la trama para la salvación del planeta está sucediendo realmente, o es la continuación de la fantasía que le han implantado al supuesto héroe, que tal vez se está volviendo loco y ya no es capaz de volver a la realidad, se mantiene hasta el final de la película. El espectador puede pensar lo que quiera.
Su elaboradísima estructura en múltiples capas convierte a Desafío total en una obra maestra del cine, uno de los títulos más importantes de la historia de la ciencia-ficción, y probablemente el que más ha influido en otras películas del género en los últimos años: entre los films que plantean historias donde el protagonista no sabe si puede fiarse de lo que ve o no, o si vive en el mundo real o en su imaginación, y que por lo tanto se inspiran directa o indirectamente en Desafío total, habría que destacar entre otros, Doce monos (12 monkeys, 1995), Abre los ojos (1997), El show de Truman (The truman show, 1998), The matrix (1999), eXistenZ (1999), o Memento (2000).
El único pero que se le podría poner a Desafío total es que esté protagonizada por el ¿actor? Arnold Schwarzenegger, poco adecuado para un personaje mucho más complejo de los que estaba y está acostumbrado a ¿interpretar? Además de los inevitables chistes complacientes que el inmenso ego de la estrella obliga a incluir en todas las películas donde aparece (el más recordado y patético, el “considérate divorciada” que le dice a su supuesta mujer, interpretada por Sharon Stone, después de pegarle un tiro).