Cuentan los que le han visitado que a pesar de sus 90 años Billy Wilder conserva la lúcida mirada que plasmo en su obra. Wilder dice que todavía desea realizar películas, pero que los viles productores de Hollywood no le dejan por temor a que muera durante un rodaje. Tal vez sea una venganza por los corrosivos retratos de la industria que Billy realizó. Pobre ingratos que mantienen mudo a ese creador genial para que no vuelva con los latigazos de celuloide incendiario que significaron peliculas como Sunset Boulevard.
Realizada en 1950, está considerada como la mejor película que Hollywood ha realizado sobre el mundo del cine. Wilder teje, con excepcional maestría, la tela de araña en la que un guionista en paro, se ve atrapado por una excéntrica y turbadora reina del cine mudo, que lo retiene con el encargo de que elaborare un guión a su medida que suponga llevarle de nuevo a los altares del éxito.
Desde la primera escena, y haciendo uso de la portentosa técnica de la voz en off, Wilder utiliza el flash back como arranque narrativo, pero a diferencia de su otra obra maestra (“ Perdición“) el protagonista ya está muerto.(Inolvidable la escena del cuerpo flotando en la lujosa piscina).
La presencia de la muerte es continua, al igual que la feroz crítica contra un Hollywood que abandona sin miramientos a las viejas glorias que lo construyeron. Para ello, el casting es revelador: en él figuran estrellas del cine de antaño como son Búster Keaton, H.B.Warner, Cecil.B.De Mille y la propia Gloria Swanson, que volvió al cine para esta ocasión tras décadas de retiro.
En esta obra, la realidad y la ficción se encuentran estrechamente unidas ya que los roles interpretados por Gloria Swanson y Eric Von Stroeim (el impasible e idolatrador mayordomo), fueron vividos en sus propias carnes en los años veinte: ella, indudable estrella de cine ; él, reputadísimo director de cine mudo, con el añadido de que fueran amantes cuando los dos disfrutaban del éxito.
La interpretación de Gloria Swanson (neurótica, depresiva y con delirios de grandeza), basada en el estilo gestual característico del cine mudo, y la contenida pero eficiente interpretación de William Holden (propia de los años 50), proporciona un perfecto equilibrio a este melodrama de tintes expresionistas combinados con ciertos toques de cine negro. (El largo y antes comentado flashback, verdadero motor de arranque de la acción. ).
La escena más recordada se sitúa al final de la obra con la portentosa bajada de Norma Desmond por las escaleras de su lujosa mansión, convencida de estar realizando su mejor interpretación y ajena al futuro entre rejas que le espera. Por esta escena y por otras de indudable fuerza , esta película queda para la posteridad como el ejercicio sonoro más mudo de todos los tiempos.
