Antonio Del Real, artífice de esta bochornosa "Trileros" nos ha ido acostumbrando durante años a digerir comedias de medio pelo que, sorprendentemente, funcionaban en taquilla. Entre la menos mala de su filmografía situaríamos a la tramposa "Cha-cha-cha", lejos de la definición de "alta comedia".
La trama de "Trileros" se decanta por unos individuos de poca monta que inician un viaje desde Cartagena a Perpiñan con el único propósito de llevar un importante alijo de droga a cambio de un millón de euros. A esta especie de road-movie a la española se apunta una banda de lo más variopinta: un especialista de cine en horas bajas (Puigcorbé), un taxista con dolores de espalda (Echanove), una prostituta(Cañadas) y un viejo loco que habla con farolas(Gamero).
Los que disfrutamos con asiduidad del cine español ya habíamos dejado atrás la época en la que Mariano Ozores o Saenz de heredia estrenaban y, de paso, se hacían de oro con sus patochadas. Con "Trileros" vuelve a las pantallas ese humor pueril y chabacano que tan poco echábamos de menos. Sin duda Antonio del real es de los pocos directores capaces de convertir a los buenos actores en vergonzosos arquetipos, consiguiendo con ello ruborizar hasta al más entrenado en estas lides. Recordemos que ya lo hizo con Gabino Diego en un papel secundario en la nombrada "Cha-cha-cha".Pues ni corto ni perezoso insiste con Juanjo Puigcorbé en un papel del todo irritante. Durante casi dos horas(!?)de proyección, el título invita al despropósito sin que en ningún momento los supuestos gags despierten la más mínima de las sonrisas. Todo se resuelve de manera tosca y en pocos minutos uno se olvida del propósito de los personajes. Sólo se nos queda en la retina lo ridículos que pueden llegar a ser los actores cuando deben dar vida a un guión tan irrisorio.
Por salvar de la quema a alguien, Juan Echanove, y eso que lo tenía todo en su contra. De Esther cañadas sólo decir que no es lo peor del filme, y eso ya es mucho. Con estrenos de este tipo en la industria de cine español, no es de extrañar que haga aguas por todas partes.