Detrás de este título que tributa a la famosa película de Brian de Palma, pero que de ninguna manera homologa, se esconde Aatma (Deepak Ramsay, 2006): una de esas estrambóticas producciones bollywoodienses surgidas de la factoría Ramsay (un imperio productivo que abarca más de tres décadas, formado por siete hermanos fascinados por la fantasía y el terror), en la que la magia negra, la comicidad hindú y algún que otro número musical se entremezclan para formar un trifásico psicodélico que sería digno de ser exhibido en cualquier viejo autocine.

Y es que este apetecible largometraje apto para paladares cinéfilos poco exigentes a nivel intelectual, y que recoge el testimonio terrorífico de la industria local, mezclándolo con los grandes clásicos del cine de terror norteamericano de los años 70 y 80, no deja de ser un gran banquete fílmico para disfrutar en comunidad, como hicieron los espectadores locales (la cinta se estrenó a finales de Mayo, en plena vigilia de la temporada cinematográfica veraniega), envueltos por ese bochorno humano de verano, el aroma a palomitas recalentadas y el devenir de gente que se cruza en medio de la pantalla. Es cine popular y como tal tampoco puede asustar en exceso; solo lo necesario como para provocar algunos espasmos esporádicos, como si de una caseta de terror se tratase, emulando (como muchas otras producciones de la Ramsay Brothers) a esas “hounted house movies” que producía William Castle a mediados de los años 50. De hecho, el objetivo inicial de Tulsi Ramsay, su productor principal, era poder presentar un blockbuster para ser estrenado en los multiplex de Bombay, pero se quedó a medio camino, obteniendo como resultado final una clara producción de serie B, como ya ha sucedido en otras tantas ocasiones (la mayoría) en esta factoría, cuyos filmes de terror se han ido exhibiendo de pueblo en pueblo, sin que su fecha oficial de estreno se cumpla por igual en el vasto territorio Indio, transmitiéndose así de generación en generación.

Y si nos decidimos a verla… ¿Ante que nos enfrentamos? De entrada, en su introducción y en forma de cortometraje desvinculado de la trama principal, nos regalan una historieta de posesiones infernales al más puro estilo de El Exorcista (William Friedkin, 1973); es el entremés previo al plato principal de terror que nos espera. Y es que la receta que nos preparan los Ramsay tiene que ver con esas entidades invisibles malévolas capaces de poseer a una persona para lograr esos objetivos que no han conseguido en vida: en este caso, la venganza de un empresario traicionado y asesinado por su hermano, después de que éste último lo envenene para poder cobrar una suculenta herencia familiar. Un alma en pena rencorosa que poseerá a la esposa de un eminente forense cuando éste se vea obligado a falsificar la autopsia, ante punta de pistola, para certificar que la muerte fue por causas naturales. El espíritu atormentará a todos aquellos que estén involucrados, directa o indirectamente, en el asesinato o lo hayan respaldado. Aparentemente, un argumento de los más sencillo, mil visto en centenares de producciones, pero ideal para desplegar un sinfín de sustos fáciles y situaciones rocambolescas a la par que cómicas.

La gracia, precisamente, de esta historia de posesiones que explota el filón de los “bhoot” (los fantasmas indios por excelencia) son los escenarios en los cuales transcurre buena parte de la acción (principalmente un hospital, en el que se encuentra internada la mujer poseída, y las mansiones en la que viven, por un lado, el médico forense y, por el otro, el clan de mafiosos que han orquestado el plan) y como a través de ellos se puede construir un entretenidísimo carrusel de terror barato con muchísimo ingenio e imaginación que, en otros tiempos, si hubiera contando con rostros occidentales entre sus filas, hubiera tenido cierta aceptación entre esos cinéfagos de videoclub. Hay tributos explícitos al Scanners (1981) de David Cronenberg e incluso al Bhoot (2003) de Ram Gopal Varma, que fue el verdadero artificie del nuevo cine de terror sobrenatural indio (y que ya reseñamos en su momento en esta misma sección). Sin embargo, el momento más hilarante, es cuando se produce la posesión de verdad: la esposa recibe un maletín en la puerta de su casa y de su interior asoma la cabeza del hermano fallecido, produciéndose así la posesión en una elipsis fuera de plano con todo el desparpajo del mundo (una escena que parece extraída de la saga japonesa Tomie). Rimbombantemente psicodélica es un adjetivo que se queda corto, como la mala leche que gasta la esposa posesa vestida sensualmente para matar mientras seduce a sus víctimas. Esto es Bollywood y todo lo demás son fantasmadas.