A la gran industria norteamericana del cine no le importa lo más mínimo repetir esquemas siempre que sea necesario atraer a espectadores a las salas de proyección. Es más, si para tratar de reproducir un efecto han de recurrir al mismo director, pues allá que se lanzan. Aquí es el caso de Robert Luketic, cuyas películas comparten el rasgo común de tener bastante mala pata casi siempre: basta con revisar nuestras críticas de La madre del novio, La cruda realidad o Killers para agradecer que en esta ocasión se haya tomado más de tres años para volver a ponerse detrás de una cámara.
El poder del dinero nos recuerda a 21 Black Jack, otra de esas obras insignes del realizador, ya que podemos hallar puntos similares entre ambas (y también con La tapadera de Sydney Pollack). Por un lado se vuelve a dar el protagonismo a gente joven que busca el enriquecimiento rápido por medios no demasiado legales. Por otro, el estilo con que se nos narra su historia sigue unos patrones –ritmo algo acelerado en ocasiones, música machacona y moderna– que nos son familiares de aquella cinta en torno al mundo de las apuestas con naipes.
Aunque ninguna de las características mencionadas son malas por sí mismas, lo peor de este filme es que, de nuevo, busca epatar a un público adolescente que se deje engatusar por el ritmo y no quiera prestar atención a las trampas del guión –cuando es tan simple y predecible que causa sonrojo– y que no mirará con ojos críticos la mezcolanza de géneros, la pobreza de sus personajes o la poca credibilidad que rezuma todo el conjunto, con una artificiosidad que clama al cielo.
Pese a que pudiéramos agradecer las críticas directas a cómo las grandes corporaciones sucumben a sus ansias de riqueza y siempre quieren más dinero, a costa de sus propios empleados y de quien se ponga por delante, lo cierto es que el resto de aspectos terminan por dinamitar el poco interés que pudiera tener el conjunto: desperdiciar a Gary Oldman o Harrison Ford se nos antoja atrevido, pero principalmente irrita que, pudiendo haber creado un thriller resultón, El poder del dinero se estrella por no haber querido aspirar a más, limitándose a contentar sin más a ese sector de público tan agradecido como son los jóvenes.