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Tideland

De la genialidad a la perturbación

Un artículo de MG || 08 / 6 / 2007

Jeliza es una niña que con tan sólo doce años ha de velar por su padre y madrastra, inmersos en los caprichos de la drogadicción. El estado de ambos es tan deplorable, que ella ha de prepararles la heroína para que puedan inyectarsela y evadirse de un mundo sórdido que le ceden completamente.
Ella, no obstante, ha creado una coraza. Un filtro donde su fantasía trata de acercarla a la vida que debería o podría haber llegado a tener.

Un mal día, la madrastra cae víctima de sus propios excesos. Su padre (Jeff Bridges), decide entonces emprender una huida flatulenta en autobús. Acaban así en casa de su fallecida abuela, en mitad de la nada. Allí la soledad de Jeliza crece progresivamente hasta que un buen día aparecen dos pintorescos personajes en su vida. Una extraña mujer con secuelas por un ataque de avispas aficionada a la taxidermia, y su retrasado hermano, mutilado para moderar sus ataques de epilepsia y que en el pasado sufrió abusos de su abuela y que acabará teniendo algún roce con la niña, varios años menor que ella.

Tideland, de un genio viviente como es Terry Gilliam, es la mejor demostración de por qué la industria, con sus defectos, a veces acaba teniendo algo de lógica. Quizá un productor preocupado por la rentabilidad del producto, habría sabido encontrar algo de sentido común, habría impuesto unos mínimos en fantasía, unos máximos en náusea o equilibrio. Sin estreno en España durante dos años, su primera presentación en el Festival de San Sebastián (2005) echó a la mitad del público de la sala de proyección. En la rueda de prensa acabaron a insultos. La segunda, en Sitges (2006) vino precedida de un discurso del propio Gilliam en que advertía de sus peligros, la citaba como una de sus favoritas y hábilmente aseguraba que el público de Sitges, más inteligente y sensible, entendería mejor su mensaje.

Habría que ver cuanto pudo condicionar este mensaje al público para que no abandonara la causa. Atendiendo al resultado, en varios tramos podría merecer la deserción. Sin más ambajes, Tideland tiene elementos para ser considerada una película terrible, aun cuando sea por el mundo recreado.

¿Totalmente terrible? Gilliam, explicando el resultado trata de endosarle parte del mérito y parte importante de su culpa al autor original del libro. Excluye así la total responsabilidad de un resultado que como cine, sólo a él le compete, por el cual la cinta ha de ser distribuida o no, y que podía haber sido un obstáculo para encontrar financiación en futuros proyectos. Uno de sus compañeros en los Monty Phyton abandonó el primer pase sin decirle una sola palabra. Explicándose un día después le anunciaba, que con sus defectos y virtudes "puede ser una de tus mejores películas, o una de las peores". Sus múltiples leales, en pago merecido a sus obras de culto, han vuelto a visionarla tras una primera decepción. Hay una cierta coincidencia en la idea: Tideland es una incomprendida que con más reposo puede crecer y hacerse grande.

Lo que aparentemente falla durante su metraje, es abandonar los juegos de fantasía que uno espera de forma explícita (el universo interior de la niña, mostrado como sería previsible de manera tangible) para limitarse a enfocar a la niña desvariando como lo hace cualquier niño en el curso de sus juegos incoherentes. Lo desviado de su universo, observado con cámaras inclinadas, un escenario ajado y putrefacto con personajes enloquecidos repugna cuando el ritmo no adormece, creando en un cierto sentido la otra cara de El Laberinto del Fauno: mientras aquella nos introducía en su fantasía, esta nos abandona en un entorno opresivo.

Quizá su crudeza, más que prescindible por corrección política, podría ser necesaria para buscar un mensaje al atender a la reacción de un niño y su forma de gestionar la inocencia cuando el mundo a su alrededor enloquece. En ese sentido, su valentía y su denuedo en la entrega a una historia deja un poso que tras el sobresalto inicial al contemplar varias escenas que sería preferible no haber rodado jamás para no ensuciar cámara ni proyector alguno (la niña "cocinando" el veneno al que son adictos sus padres), cobra un mensaje indefinido en el que se cuela algo de lo que Jeliza sabe rescatar ante la adversidad.

Quizá sean las cosas de los genios. Unas veces transgreden porque se olvidaron del mundo que les rodeaba, otras porque estaban por encima de él. Sea como sea, Tideland no es una película para todos los públicos, pero sí un producto diferenciado que tiene sus propias virtudes en medio de un entorno grotesco y esperpéntico.

FICHA TÉCNICA DE TIDELAND

Título original: Tideland

Fecha de estreno: 08-06-2007

Año: 2005 Duración: 122 min

Director: Terry Gil

Guión: Tony Grisoni, Terry Gilliam
Intérpretes: Jodelle Ferland, Jeff Bridges, Janet McTeer, Brendan Fletcher

Lo mejor:  

-La valentía de la propuesta y la capacidad para recrear un entorno desagradable.

Lo peor:

-Cuesta de ver.
-Escenas que superan los límites de lo políticamente incorrecto.

Puntuación:

4,5

Una película desagradable de ver pero que se te queda en la memoria.



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