Tras una pausa de un par de años, Meg Ryan vuelve a protagonizar una película. La pregunta que se hará un buen porcentaje del público es: ¿Hacía falta? Eso sí, no echemos por tierra a las primeras de cambio a una actriz que ha sido capaz por sí sola de crear un subgénero dentro del séptimo arte, al que podríamos denominar “comedia dramático-sensiblera con Meg Ryan”.
Entre mujeres parte de la traumática ruptura entre Carter (Adam Brody), el protagonista masculino, y su novia (Elena Anaya, que apenas aparece cinco minutos en total). Así se deja el camino preparado para que el chico, guionista de películas de porno blando para más señas, se mude temporalmente a vivir con su abuela, con la intención de intentar cambiar de aires y superar el bache que acaba de sufrir su vida amorosa. En su nueva localización, Carter conocerá a los vecinos de enfrente y entablará una profunda relación con la madre y las dos niñas de dicha familia.
El principal problema de la cinta es que las relaciones que se establecen no tienen una progresión cuidada. De no saber de la existencia del otro pasamos, en apenas dos días, a que los personajes abran su corazón a un desconocido y les cuenten todas las intimidades habidas y por haber. Aparte de la poca credibilidad que destila, tampoco es que el guionista y director Jonathan Kasdan se haya esforzado demasiado por otorgar de naturalidad a los diálogos, que suenan huecos, sin espíritu, previsibles.
Lo que no es tan previsible es la ausencia de algún momento cómico que rompa brevemente con al aire tan serio que se imprime al film desde el principio. Eso sí, por otro lado se ha hecho una excelente selección musical, aunque se tienda a abusar de las canciones, como ya hacen otros cineastas que quieren presumir de discoteca (véase el caso de Cameron Crowe).
En cuanto a los personajes, aparte de la botoxeada Meg Ryan cabe reseñar negativamente a la insoportable hija pequeña (la típica niña marisabidilla) y a la atormentada hija adolescente que sólo abandona su huraña expresión para gesticular bastante cuando quiere hacernos ver que está nerviosa y sale a relucir su timidez. Por cierto, dos apuntes: la joven luce toda la película camisetas de grupos de hace casi treinta años como Led Zeppelin o Genesis (cuando ella aún no había nacido), pero no capta una referencia que se hace al director de cine John Hughes, prácticamente contemporáneo de las bandas mentadas.
El segundo apunte tiene que ver con una frase pronunciada por la adolescente, y que no parece muy prometedora respecto a la supuesta originalidad de la película: Salgo con el quarterback del equipo de fútbol. ¿Hay algo más tópico? Si ella misma lo dice...