Casi seis años después de su debut con la apreciable “Intacto”-y que son los mismos que separan a esta de “Esposados”, el cortometraje que le dejó una nominación al Oscar- el canario Juan Carlos Fresnadillo regresa a la gran pantalla y lo hace de forma poco habitual: mediante la secuela de un film ajeno, rodada en inglés y con un reparto en su mayoría británico. Lo más sorprendente sin embargo es que pese a todas las connotaciones que el proyecto conlleva, el realizador consigue darle una personalidad propia y al mismo tiempo sacar adelante una de las mejores muestras del género de terror de la temporada.
Secuela de la exitosa “28 Días después”, con la que Danny Boyle –productor del film que nos ocupa- hizo un lavado de cara al cine de terror en su variante zombie, la película de Fresnadillo nos sitúa tiempo después de lo sucedido en aquella, cuando el virus de la rabia que diezmó Inglaterra parece haber remitido y los supervivientes, con el apoyo del ejercito de EE.UU, han empezado la reconstrucción. Pronto una serie de sucesos llevan a un rebrote de la infección y con ello a una nueva y desesperada lucha por la supervivencia. Pese a lo que pueda parecer a partir de este resumen, la película es algo más que la repetición de una misma fórmula. Heredando del film previo ciertos rasgos estéticos y argumentales, inevitables por su condición de continuación, la historia se reforma a través de un reparto completamente nuevo a la cabeza del cual está Robert Carlyle -no por casualidad actor habitual del cine de Boyle- en el papel de Don, un superviviente a la plaga que se reúne con sus hijos tras haber perdido a la madre de estos, la cual no está tan muerta como él creía. Son precisamente los personajes, dotados de personalidad y profundidad, los que elevan varios enteros el desarrollo al distanciarse de los habituales maniquíes del género, cuyo único interés reside en algunos casos en saber la forma en que van a ser descuartizados (la saga “Hostel” sería el ejemplo más reciente).
Dotada pues de unos protagonista interesantes, se permite incluso jugar a la parábola y, como gran parte de la ciencia ficción, admite ciertas lecturas de corte político usando una situación fantástica para dar su visión de temas de actualidad. Así, la descripción de la “ocupación” del devastado suelo británico por parte del ejercito norteamericano resulta en algunos aspectos inquietantemente similar a la realizada en lugares conocidos. Asimismo, la recurrente visualización de los personajes a través de cámaras de seguridad por parte de los militares, bien podría entenderse como un guiño al tema de las libertades civiles y sus recortes. Pero no hay que engañarse: este no es un film de tesis. Aunque interesantes, esos aspectos son sin embargo meros apuntes, pues la función de la película es la de entretener e inquietar, siendo ese un objetivo que cumple gracias especialmente a la labor de Fresnadillo tras las cámaras.
Con una vistosa puesta en escena –los planos aéreos resultan espectaculares-, el director sabe como imprimir el ritmo y la angustia necesarias para que el público se remueva incomodo en su butaca, partícipe de la desazón de los personajes. Consigue a lo largo de todo su metraje mantener una especie de calma tensa que en ocasiones estalla en furiosas escenas de acción. Aunque el montaje acelerado de estas puede resultar en ocasiones confuso respecto a lo que ocurre en pantalla, secuencias como la persecución que abre la historia resultan tremendamente efectivas a la hora de atrapar al espectador y no soltarle.
Por todo lo anterior, “28 Semanas después” se antoja como una producción de terror bien ejecutada que hace prever un gran futuro para su director. Sería de desear en cambio que no tengan que pasar otros seis años para volver a tener noticias suyas.