Nueva intentona por parte de Hollywood de adaptar un videojuego de renombre, en este caso de Electronic Arts. Imaginamos que sus responsables pretenden lograr el éxito necesario como para dar origen a una franquicia similar a la de A todo gas, que pese a sus mutaciones –que ya comentamos a propósito de la sexta entrega– sigue aguantando el tipo a lo largo de los años. Otra cosa es que vayan a conseguirlo, claro está.
Lo más positivo que podemos decir de Need for speed es que, al contrario que en la franquicia que acabamos de nombrar, el nivel de excesos muestra cierta contención. Aquí los personajes masculinos y femeninos que pululan por la pantalla resultan algo más creíbles desde el punto de vista de su físico, y casi podrían pasar por personas normales, y no por amasijos de músculos o carne en exhibición merced a un minúsculo bikini. Tres cuartos de lo mismo pasa con el argumento, que tampoco se lanza a desbarrar innecesariamente en todo momento.
El resto del conjunto, sin embargo, ofrece pocos motivos para enfrentarse a su visionado. No es que vayamos a pedirle peras al olmo –una película de carreras es lo que es, y tiene el público (adolescente) que tiene–, pero irrita sobremanera toparse con una cinta llena de clichés que dibuja bien a las claras el camino a recorrer –dos horas para que el protagonista consuma su venganza contra aquel que le metió en la cárcel– sin que haya ningún reto que rompa su previsibilidad ni sorprenda.
Falla el ritmo, fallan los actores –nos tememos que Aaron Paul se encasillará en este tipo de personajes, alejados de su excelente aportación a la televisiva Breaking Bad– y la tensión dramática brilla por su ausencia, casi igual que la coherencia de lo narrado. Los diálogos mueven a la risa involuntaria, el villano es de los peores que hemos visto últimamente (y eso que Dominic Cooper sigue apuntando maneras) y apenas dos secundarios interpretados por Imogen Poots y Michael Keaton ofrecen pequeños destellos de entretenimiento bien conseguido. Ni velocidad ni vértigo: aquí hay más aburrimiento que otra cosa.