Las ideas claras y la sangre espesa

Quinta secuela decepcionante en apenas dos meses, y el verano no ha hecho más que empezar. Sin que llegue a los aburridos extremos de Spider-Man 3 y El Retorno de los Malditos, ni desde luego al grado de idiocia abisal de Piratas del Caribe 3: En el Fin del Mundo o Shrek Tercero, 28 Semanas Después sí puede calificarse de película roma y confusa, incapaz de ampliar convincentemente el campo de batalla propuesto por su antecesora, responsable del actual renacimiento del cine de zombies.

Y es que no eran pocas las virtudes que atesoraba 28 Días Después. Empezando por el detalle perturbador de que quienes mordían y vagaban sin conciencia por las calles no fuesen muertos resurrectos sino vivos infectados por la rabia, lo que hacía de su eliminación un trabajo tan sucio como es habitual en este terrorífico subgénero, pero lastrado también por un mayor grado de culpa al ejercer la propia supervivencia (tema capital en el cine del director Danny Boyle); y terminando por la filmación en vídeo digital, que proporcionaba a las imágenes una paradójica cualidad realista que aumentaba la desazón del espectador y remitía al hito fundacional La Noche de los Muertos Vivientes (1969), rodado por George A. Romero en 16 mm.

Media docena de situaciones antológicas, uno de los retratos de grupo improvisado más emotivos que recordamos, y unas magníficas interpretaciones, remataban una película modélica en su género, surgida del deseo humilde y cómplice por parte de Boyle y del guionista Alex Garland de bucear en una temática que admiraban como aficionados y a la que aportaron ingredientes inusuales.

El español Juan Carlos Fresnadillo, co-guionista y director de la secuela, ha manifestado en cambio cierto distanciamiento en sus declaraciones, aunque ello no le haya impedido aceptar la oportunidad ofrecida por Boyle, la segunda tras su debut en el campo del largometraje con la ya lejana y fallida Intacto (2001). Insiste Fresnadillo en que 28 Semanas Después más que una película de terror es "un thriller apocalíptico", y añade que el terror sólo le gusta como espectador cuando desarrolla algo más, cuando se apoya "en los personajes". Rehuye la palabra zombie por fantasiosa y prefiere sustituirla por "enfermedad", que incorpora vida, realidad y sentimientos más humanos a los hechos violentos que recrea su película. Considera que 28 Semanas Después permite reflexionar sobre "la crisis de la institución familiar y cómo solventarla", y llega a hablar del maltrato doméstico, de cómo hombres que vuelven por ejemplo de un conflicto bélico golpean a sus mujeres, "traspasando así a otros su propio sufrimiento".

Cada uno es libre de reinterpretar un género como le apetezca. Pero si no somos capaces de realizar cintas tan curiosas como la francesa Les Revenants (2004), quizás fuese mejor limitarnos a no estropear el recuerdo de ilustres predecesoras con pretensiones de esas que llaman humanistas, y que resultan finalmente incompatibles con la capacidad para articular de manera efectiva algo tan elemental como una secuela. Desde que arranca 28 Semanas Después, en una Londres que el ejército norteamericano está repoblando con nativos no infectados por la rabia, aunque como es obvio y por razones que no vamos a desvelar la plaga se reproducirá, Fresnadillo no acierta a hacer verosímil ningún aspecto de la trama; ni el referido a un padre de familia con complejo de culpa (interpretado por Robert Carlyle), que nos hace preguntarnos si la saga no se habrá visto infectada también por otro virus nefasto, el de las series de televisión; ni en lo que respecta a las nebulosas lecturas que algunos extraerán con fórceps a propósito de la Guerra de Irak; ni en lo que atañe al desarrollo de la acción, que salta de unos personajes a otros sin que nos interese ninguno de ellos y sin otra ambición aparente que la de arrastrar la narración hasta alcanzar un metraje estándar; ni en el recurso a secuencias de impacto en interiores, exteriores y subterráneos sin otra función que la de ofrecer un espectáculo que encima se revela pobre…

La inconcreto de 28 Semanas Después se ve subrayado por una realización que ora opta por imitar la de Boyle hasta extremos paroxísticos, ora tira de planos medios como cualquier serie B producida para un canal por cable. Director y montadores consiguen así la simulación de una película y hasta la simulación de unas hondas preocupaciones. En esta era de la impostura es posible que ese oficio les procure aplausos asimismo simulados, que se ampararán en lo que parece atisbarse en las imágenes y lo que parece insinuarse en determinadas situaciones.

Con eso y que Fresnadillo es español —perdón, canario—, no será extraño oír por ahí que nos hallamos ante una obra maestra. No os dejéis engañar. Como deja bien claro ese ridículo desenlace con los infectados haciendo turismo, nos hallamos ante un producto para usar y tirar en tardes abrasantes de verano, quizás por encima de la media. Ni menos… ni más.