¿Era necesaria una nueva película de metraje encontrado? Las cuentas corrientes de los directores debutantes Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett parecían reclamar pingües estipendios conseguidos de forma sencilla, construyendo un relato a rebufo de la exitosa saga de Paranormal Activity. De ahí que ambos se hayan abalanzado sin rubor alguno a copiar el modus operandi del retoño fílmico de Oren Peli, que dio pie a una fructífera franquicia que ya ronda las cinco entregas. Si a él le funcionó, ¿por qué no repetir la jugada?
El heredero del diablo opta por la vía fácil, y comienza por copiar la estructura de cualquiera de las cintas de estas características (la ya mentada saga paranormal, más derivados como El último exorcismo). Primero un comienzo largo y tedioso busca colocarnos en situación –y alargar descaradamente un metraje que debe rondar los noventa minutos para conseguir estrenarse en cines–, para posteriormente dejar que el argumento vaya in crescendo hasta un desenlace algo más atropellado, y que cualquier espectador avispado a buen seguro ha adivinado mucho rato antes.
Irrita sobremanera la paupérrima originalidad de esta propuesta, que además deberá soportar alguna que otra comparación un clásico como La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968). Aquellos espectadores que no soporten la saga mentada en el primer párrafo no encontrarán ningún motivo para permanecer en la sala, ya que se repiten las características de aquella punto por punto: interés nulo en los protagonistas, muchos minutos de relleno, sustos poco trabajados, movimientos bruscos de cámara, una trama que no sorprende en absoluto –se agradecería tener un mando a distancia para poder pasar el film a más velocidad, o al menos para saltarse las escenas donde sabemos a ciencia cierta que no va a suceder nada–, etc.
También molesta (de nuevo) la manía de los personajes por grabar todo, aunque hacia el final sea una excusa que no se aguante ni con pinzas e incluya muchas trampas tanto de punto de vista como de iluminación. La calidad de las imágenes es mejor que en otras cintas similares, eso sí, pero cabría preguntarse si ya que estamos en la vía de conseguir más claridad sus responsables no podrían haber rodado la película siguiendo los cánones convencionales, sin tener que justificar la caótica filmación en primera persona de todo lo que vemos.
Terminemos por recomendar encarecidamente, antes que el visionado de cualquier nuevo film de estas características, del breve trailer honesto de Paranormal Activity, mucho más provechoso, trabajado y divertido que títulos como el que aquí nos ha ocupado.