A estas alturas sobra decir aquello de que los animadores japoneses se atreven con cualquier temática o género. Pero que un “anime” recree una de las etapas de la Vuelta ciclista de España ya es harina de otro costal. En realidad Nasu: Summer in Andalucia (2003) es la adaptación en forma de mediometraje de uno de los arcos argumentales más curiosos de un exitoso manga de ciclismo surgido de la imaginación del peculiar dibujante Iô Kuroda. Producida por el legendario productor Masayo Maruyama (jefe hasta hace bien poco del Madhouse Studio) y dirigida por Kitarô Kôsaka (animador habitual en las producciones del Studio Ghibli hasta los albores del nuevo milenio), nos hallamos ante una película de animación única en su especie, que alaba con respeto la cultura andaluza sin huir de los tópicos distorsionados (fruto de la distancia que separa a sus creadores de ésta comunidad del sud de nuestro país) y que viene a confirmar algo que ya sabíamos: la pasión desmesurada que siente el pueblo nipón por nuestro folklore regional.
“Nasu” en japonés significa berenjena y es uno de los elementos conductores de la trama, pues el dueño que regenta la taberna por donde pasa la etapa de la vuelta ciclista que se representa en el filme es un adicto a las berenjenas en vinagre, denominación de origen gastronómica, precisamente, de Andalucía. También es el encargado de acoger, en su local, la fiesta nupcial de una pareja estrechamente vinculada con el protagonista central de la historia: Pepe Benengeli, un ítalo-andaluz que se refugió en el ciclismo después de ver como su novia lo dejaba para empezar una relación con su hermano. E aquí el triangulo amoroso que planea en los 47 escasos minutos de metraje y la importancia cabdal que supone para éste ciclista llegar primero a la etapa relatada: por un lado, le servirá para recuperar, en suelo andaluz, el orgullo herido que arrastra traumáticamente después de sufrir la fortuita ruptura amorosa (en el filme solo intuida en un flashback de poca profundidad dramática) y, por el otro, de ésta etapa depende que el patrocinador principal del equipo al que representa sigan invirtiendo como sponsor oficial. Un duelo a tres bandas encumbrarán a Pepe Benengeli como el héroe ciclista de la jornada y le servirán para cerrar viejas heridas del pasado.
Aunque no estemos ante una producción animada muy ambiciosa (de hecho, permanece inédita por estos lares, pero por otros motivos que difieren completamente a la calidad artística y la minuciosa recreación de la Vuelta), sí que capta la esencia del ciclismo de élite; sí que nos podemos poner en la piel del protagonista cada vez que decide escaparse del pelotón. Sentimos que su cansancio se apodera de nuestras cuatro extremidades, que su sedienta necesidad de ganar es proporcional a la sed experimentada fruto de la caligula que sufre durante la etapa (resulta maravilloso esuchar la voz del actor japonés en la versión original, que enfatiza la fatiga de Pepe hasta límites angustiosos). En este sentido, el filme es una carrera de fondo, que no da tregua al espectador porque al comprimirse su animación en poco más de tres cuartos de hora (ideal para el planteamiento conceptual) no hay tiempo para demasiadas florituras melancólicas.
En contrapartida, al ser un anime de corta duración, y más allá de esos perdonables y gastados estereotipos folklóricos (la paella como símbolo universal gastronómico de la cocina española, el flamenco en su concepción más reduccionista y siempre según los cánones nipones, sin ningún tipo de profundidad musical, ni esfuerzo por recrear el sentimiento de sus guitarras), no se profundiza en el carácter de los personajes centrales. No hay momentos de reflexión, de calma sosegada, ni de redención ante el enfrentamiento amoroso sumergido por la adrenalina de la etapa. Solamente la noche posterior a la etapa ganada, y en plena alevosía nocturna con los de su equipo, un Pepe Benengeli algo embriagado por el vino sale con su bicicleta para reconciliarse con el Toro Osborne (¡!), todo un símbolo metafórico que viene a representar el trauma que le ocasionó tener que emigrar voluntariamente de Andalucía para evitar toparse con su hermano y su ex-pareja. Son esos sentimientos reprimidos que afloran en el desenlace del largometraje y que en cierto modo hermanan el pueblo español con el japonés (con sus debates duales aun vigentes entre el deber moral enfrentado a sus deseos personales, encarnado en la figura del ciclista). Pero tampoco hay que pedirle peras al olmo al que fue el primer “anime “de la historia que lograba entrar en competición oficial en el Festival de Cannes y que entre el jolgorio, la pulsión romántica y el sacrificio, triunfa en sus propósitos lúdico-festivos.
Ediciones disponibles: editada en Francia únicamente en DVD por el sello Dybex en dos modalidades de edición distintas.