Tiene lo necesario para que muchas de los sacos de huesos que se desplazan a la sala a ingerir palomitas y refrescos aguados, rían varias de sus lamentables gracias.
Con apenas 26 años, Zac Efron, actor y líder espiritual de adolescentes de hormonas desbocadas, reconoce que hace todo lo posible por mantenerse lejos de la botella, que ha tenido ya varios momentos de alcoholismo exaltado, y que se siente rehabilitado y con fuerzas para no recaer.
A la hora de juzgar las causas, se podría entender que su fortuna, atractivo y fama, le han conducido a un exceso de oportunidades. O que sencillamente el californiano hace lo posible por olvidar que ha trabajado en películas como la que nos ocupa.
Para ser justos, la cinta con la que Andrew J. Cohen, y Brendan O'Brien debutan al guión en largo no es una película terrible, lastimosa, que dé vergüenza ajena… o vaya sí, pero también tiene lo necesario para que muchas de los sacos de huesos que se desplazan a la sala a ingerir palomitas y refrescos aguados, rían varias de sus lamentables gracias que, a intento por minuto, quizá ocasionalmente pillen desprevenido también a algún espectador capaz de sincronizar a más de dos de sus neuronas, y que por algún motivo haya elegido esta opción como entretenimiento.
Por lo demás, el relato de unos vecinos que se enfrentan a la madurez y paternidad con el escollo de tener al otro lado del jardín a una hermandad de fiesta loca, tampoco parecía que pudiera aspirar a mucho más a la hora de abordar de distinto modo el género de las fiestas desmadre, trama recurrente y pasto para el olvido en que aquí se añaden unas abdominales que comparar con la chicha de un rollizo.
Hasta aquí, más o menos lo previsible. Que el mundo necesita un Apocalipsis es una conclusión a la que probablemente el lector había llegado por sí solo en otros momentos de su vida, pero atendiendo a las calificaciones que fuentes como Rotten Tomatoes o IMDB endilgan a la criatura, parece que la necesidad crece desbocada, y que el modelo concreto que finalmente nos conducirá a la agonía colectiva es el que sugería la plaga zombie (que entre sus torpes movimientos, en ocasiones parece acaban en la sala del cine).