Desde 2003, año en que se estrenó Descongélate, no teníamos noticias cinematográficas de Félix Sabroso y Dunia Ayaso, hasta aquel momento directores y guionistas al alimón de otras comedias como Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí o El grito en el cielo. Quizá esa ausencia del panorama fílmico se deba a su implicación en los guiones de la serie televisiva Mujeres, y tal vez sea ese mismo motivo el que les ha llevado a delegar la dirección de su nuevo guión, Chuecatown, en manos del debutante Juan Flahn, que también colabora en la elaboración de la historia.
Leo y Rey, pareja homosexual, se ven envueltos en medio de una serie de asesinatos que está llevando a cabo el dueño de una inmobiliaria. El tipo en cuestión pretende hacer un negocio redondo, eliminando sin ningún tipo de remordimiento a varias ancianas de Chueca, con vistas a poder luego comprar sus pisos vacíos y reformarlos como viviendas de lujo, al gusto de las nuevas hordas de gays que de un tiempo a esta parte andan colonizando el madrileño barrio.
Quien haya visto las obras precedentes de Sabroso y Ayaso va a tener una nueva dosis de lo mismo: una comedia con elementos de enredo y teñida de un costumbrismo poco sutil, con diálogos que a veces son meramente funcionales y frases que tienen gracia de verdad. El ritmo está relativamente bien llevado y sólo decae en la media hora final, cuando quizá se alargue en exceso una idea que habría tenido suficiente con noventa minutos justos. Eso sí, en general se trata de una cinta entretenida, salvo que se entre a verla esperando un producto de arte y ensayo de una delicadeza exquisita.
Los protagonistas, que al fin y al cabo son los que soportan el peso del argumento, se nos presentan divididos en dos grupos bien diferenciados. Por un lado Pepón Nieto (hasta ahora habitual de todas las películas de los guionistas), Carlos Fuentes y una sorprendente (por soez y malhablada) Concha Velasco le dan vida a la pantalla y hacen suyos los diálogos que les corresponden. Sin embargo, otros andan más justos o cuentan con roles demasiado caricaturescos como para poder hacerlo mejor: es el caso de Rosa María Sardá, Pablo Puyol o Edu Soto.
Así pues, Chuecatown nos da una de cal y otra de arena en más de un aspecto (hay tópicos gays bien plasmados, otros muy de sal gorda), pero lo cierto es que aguanta el tipo dignamente al menos mientras dura la proyección, que es mucho más de lo se ha dicho de ella por ahí en algunos foros, donde se la ha tachado de españolada sin demasiado fundamento.