Mostrar los entresijos de la industria cinematográfica, ha sido una constante obsesión para todos aquellos cineastas que alguna vez en sus vidas han tenido problemas para concretar o tirar adelante un proyecto en el que creen a pies juntillas y a pesar de las reiteradas negativas de sus posibles productores; una obsesión que arranca en la edad dorada del Hollywod clásico, propagándose por la “nouvelle vague” francesa, y que con las décadas se extendió a cualquier cinematografía del globo terráqueo. Existen muchos ejemplos en que sus argumentos son la excusa para hablarnos del cine desde dentro hacía fuera de la industria, y son dignas de ser visionados porque, precisamente, sus relatos son excelentes recreaciones artísticas que nos permiten entender el proceso de creación desde el momento de gestación de una idea hasta que ésta termina plasmada en fotogramas y exhibida en una sala de cine.
Es lo que se ha venido a llamar “metaficción” o “metacine”; si bien hay algunos filmes que ahondan en esta premisa pero la bifurcan más allá de su forma, pues más allá de mostrar cómo se rueda una ficción y todos los problemas que puede acarrear si no hay un plan estructural de rodaje, se narran historietas aparte que, no solamente adornan y complementan la puesta en escena, sino que se vuelven independientes de la misma. Una de las primeras en explorar las bambalinas fuera de campo de una manera grandilocuente y megalómana fue El Crepúsculo de los Dioses (1950), de Billy Wilder. De los cinco continentes han llegado otras muestras de esta práctica metacinematográfica; a título de ejemplo: de Italia el Ocho y medio (1963) de Federico Fellini; de Francia La Noche Americana (1973) de Francois Truffaut; de Japón Fall Guy (1982) de Kinji Fukasaku; o de India Om Shanti Om (2007) de Farah Khan. Y de Hong Kong llega una propuesta que como bien indica su título no será fácil de digerir: Vulgaria (2012), una comedia chabacana de Pang Ho-cheung que intenta penetrar en la industria hongkonesa actual a través de la figura de un productor arruinado y su pérfida verborrea.
El productor de Vulgaria es vulgar, un “loser” que le debe a su ex-esposa unos cuantos meses de la manutención de su hija y que decide recurrir a las triadas chinas para levantar una película de Categoría III (calificación máxima que reciben en Hong Kong las producciones cuando son muy violentas o contienen escenas de sexo, estando terminantemente prohíba la entrada a menores). La idea es rodar el remake de una vieja (y falsa) película de culto erótica de la mítica productora Shaw Brothers con su actriz original, una estrella del porno jubilada. Pero desde el primer día en que se pone en marcha el rodaje todo son pegas, todo menos el replanteamiento que hace el productor de su papel como padre. Hasta aquí todo muy previsible. La sofisticación Ho-cheung es que no explica los intríngulis de este perdedor compulsivo de una forma estructuralmente clásica (sí lineal), sino que lo hace desde fuera de la historia central, es decir, en la introducción queda claro que todo lo que contemplaremos en la hora y media de metraje ya ha sucedido. El filme arranca con el productor catapultado al estrellato, contratado por una universidad para que explique el funcionamiento de la industria a los alumnos de un curso en el que se aprende el oficio de cineasta, y es a través de las preguntas de estos y de las anécdotas de aquel como vemos de forma ordenada y escalonada el proceso de elaboración de la imposible película erótica y de la maduración del protagonista a base de tropezar con la misma pierda una y otra vez.
Ho-cheung, harto conocido por sus comedias irreverentes, ya había explotado la misma fórmula en A.V. (2005), pero en aquella ocasión con cuatro colegas que, ante las nulas perspectivas de tener pareja en un futuro inminente, deciden montar una falsa película porno para poder desvirgarse por primera vez… Y es que éste realizador de apariencia freak es un tipo que conoce el libro de petete de la comedia cantonesa a la perfección y que siempre que le ha funcionado una fórmula la ha querido repetir por segunda vez, sin llegar a exprimirla como suelen hacer otros compatriotas suyos; buena prueba de ello es el tándem indisoluble que forman Love in a Puff (2005) y Love in the Buff (2012), la segunda mucho más comercial. Vulgaria repite la idea de A.V. con un poco más de convicción resolutiva: muestra los márgenes de la industria más allá del “making of”, profundizando en las historias decrépitas que muchas veces hay detrás de las personas que intentan levantar un proyecto cinematográfico, pero la mejora, la amplifica hasta un nivel de intertextualidad que nunca antes se había dado en una de sus películas anteriores.
Si no fuese por la bravura que ya mostró en Dream Home (2010), su feroz y sólido discurso en contra de la especulación inmobiliaria servido en forma de “slasher”, podríamos afirmar que Vulgaria es su producción más valiente (ojo, que no perfecta, aunque la gracia precisamente es que sus imperfecciones nos permiten ver las vidas imperfectas de sus protagonistas). Tal vez le falte la chispa de A.V., de acuerdo, e incluso a veces abusa de la retórica para la confección de situaciones cómicas que no terminan de funcionar del todo, pero el grado de estructuración narrativa por capas está mucho mejor depurado, además de contener la secuencia más irreverente y simuladamente zoofilica que se ha visto en una pantalla hongkonesa en muchos años (inspirada en la que aparece en Clerks II de Kevin Smith). Esto, y que nos haga reír a ratos, ya es suficiente mérito viendo el oleaje que parece padecer la comedia cantonesa en general, con producciones clónicas que cada año inundan las salas de la ex-colonia británica sin demasiada gracia. Vulgaria tiene momentos para descacharrarte de risa en el sofá y por lo tanto es mejor verla acompañada, no como el patético productor, un “forever alone” acostumbrado a acostarse con la primera prostituta que se le aparezca en el camino y a ver el cine en solitud porque no tiene a nadie más con el que disfrutarlo.
Ediciones disponibles: editada en Inglaterra por el sello especializado en cine asiático Third Window Films, tanto en DVD como Blu Ray.