Los dramas pugilísticos suelen tener una buena aceptación mediática entre espectadores de distintos perfiles sociales. Terreno abonado de actores como Jean-Claude Van Damme, las películas de este veterano rompehuesos cinematográfico siempre han obtenido una buena respuesta en las taquillas asiáticas; geografía en la que incluso ha aceptado rebajar su salario para intervenir en filmes autóctonos. Uno de los territorios donde sus filmes han conseguido más aceptación y en donde las artes marciales cinematográficas han proliferado por analogía folklórica, así como los filmes de auto-superación marcial en que hacen de los torneos y las competiciones extraoficiales su palo de bandera argumental, es sin lugar a dudas Hong Kong. Pero tranquilos, que de la ex-colonia británica no nos llega ahora ninguna película en la que aparezca como protagonista, sino la enésima versión del típico ex-boxeador con actores locales. El típico ex-luchador especializado en alguna modalidad extrema, que debe regresar al cuadrilátero para hacer frente a un último reto moral, a pesar de encontrase retirado: Unbeatable (2013), una ambiciosa producción coproducida con la gran muralla comunista que explora la liga profesional de las artes marciales mixtas a través del drama social; la dignidad y la ética de un altruista luchador jubilado para ayudar a una familia desestructurada y redimirse moralmente antes los errores de su pasado reciente.
Algunos pensaran que el último filme del justamente sobrevalorado Dante Lam toma prestado la esencia de El Luchador (2008), es decir, de la excéntrica reinterpretación que Darren Aronofsky hizo del mundo de la luche libre norteamericana. Sin embargo, si a su historia la dotamos de algo más de pomposidad y, sobre todo, si analizamos las caracterizaciones de cada uno de los personajes que intervienen con más o menos protagonismo en la trama central, percibimos que la intencionalidad redentora y supuesto drama humano que aparentemente Lam ha querido realizar, queda diluido ante la avalancha de combates sucesivos, apoyado por un montaje endiabladamente frenético. Con lo que el intimismo redentor que podríamos asemejar del filme de Aronofsky queda diluido, siendo sustituido por el sudor, la testosterona y el nihilismo de producciones asiáticas como Xanda (Marko Mak, 2004), Shamo (Soi Cheang, 2007) o de la ahora “cult movie” Retrocer Nunca, Rendirse Jamás (curiosamente protagonizada por el musculitos belga, aunque muy pocos saben que el capital y su logística fue 100% hongkonés).
La historia inicial de un luchador retirado (Nick Cheung, que cada vez se parece más a Nicholas Tse), que emigra de Hong Kong a Macau para empezar una nueva vida fuera de los rings y lejos de las deudas contraídas con las tríadas, compartiendo apartamento con una madre con problemas de salud mental y su pequeña hija, a la que decide ayudarlas tanto económica como anímicamente, termina convirtiéndose en una creciente sucesión secuencial de combates sin fin. Eso ocurrirá cuando un chaval que acude al gimnasio en el que trabaja le presione para que lo entrene como luchador profesional, para así demostrar a su alcohólico padre que puede hacer algo útil en la vida. Al ser abatido por el vigente ganador de la modalidad y quedar tetrapléjico, será el entrenador quien tome las riendas de la competición, sin abandonar sus obligaciones morales y hasta paternales con su “nueva familia”.
Apuntaba antes a ciertos productos de acción que podrían haber servido de modelo a Lam para construir su filme. Principalmente, su “leit motiv” argumental podría encontrar paralelismos con el de Xanda, aunque ésta fue un fracaso crítico porque nunca se decantaba por un género y su fallida fórmula de acercarla a un cierto refinamiento artístico, cercano a lo que algunos llaman “cine de autor”, tampoco convenció a los que rehúsan ver cintas de artes marciales simplemente por prejuicios infantiles. Unbeatable tiene el mismo problema: el partido no se decanta hacía ningún bando, aunque aparentemente la segunda hora sea más explícita en cuanto a identificación con el cine de acción. Eso no sería un inconveniente si realmente hubiera conseguido equilibrar la balanza entre el drama y la acción, pero no lo logra, y el montaje en paralelo entre los durísimos combates y las vivencias dramáticas de la madre y la hija o la del padre alcohólico y ludópata que observa sin poder intervenir como su hijo se deja la piel batallando, ni funciona, ni tampoco resulta emotivo.
Dante Lam decepciona ligeramente con esta ambiciosa propuesta creativa porque sus bases conceptuales no están bien apuntaladas: utilizar las artes marciales para exorcizar los fantasmas de un luchador retirado en forma de catarsis se ha visto en muchas otras ocasiones y no hay ninguna novedad extraordinaria más allá de sus localizaciones o de la narrativa aplicada por su realizador (marca de la casa, como siempre). Prueba de esa falta de concreción se ha traducido en que, y a diferencia de sus otras producciones, ha pasado sin pena ni gloria por los mercados internacionales. Y muy probablemente se quede arrinconada “ad eternum” cuando se estrené su prometedora That Demon Within. Sea como sea, se queda en la discreción; en una mirada oblicua de los sentimientos y la vida personal del luchador profesional más allá del cuadrilátero.
Ediciones disponibles: editada en su país de origen tanto en DVD como Blu Ray. Fuera de Hong Kong / China solamente ha sido editada en Corea del Sur.