En el mundo del cine hay artistas que son y serán conocidos por un sólo éxito y otros que llevan al número uno todo lo que tocan, siendo Spielberg su máximo exponente. Extrapolando esta idea no sólo al box office sino a la calidad de sus películas, Robert Rodríguez es un caso particular, un director irregular que puede firmar películas como Sin city o Desperado, con la misma facilidad con la que hace subproductos tipo Spy Kids o The Faculty.
El caso que nos ocupa, Planet Terror no encaja en ninguno de estos dos grupos. Es un producto de difícil clasificación cuyos puntos flacos son buscados y sus aciertos obviados. El argumento -unos zombies arrasan un pueblo perdido de Texas- es una mera excusa para tirar la casquería por la ventana, en un exceso gore que resulta más divertido que incómodo. El look del film es tan retro, que móviles o coches modernos parecen un autentico anacronismo. La calidad de imagen es orgullosamente cutre, con constantes rayas, desperfectos, e incluso, con un corte de metraje de varios minutos.
No es la primera vez que Rodríguez se acerca al género de ultratumba. Hace ya más de una de cada sorprendió al público con la cult movie vampírica Abierto hasta el amanecer. Pero el director ni hace aquí una revisión de viejas fórmulas, ni una puesta al día bebiendo de los últimos éxitos, porque Planet terror tiene más puntos en común con la comedia Zomby Party que con 28 días/semanas después. Es una cinta que pretende divertir más que asustar, una propuesta lúdica que hará las delicias de los más nostálgicos. Detalles como la doctora con una pistola de jeringuillas, o la bailarina de strip-tease coja con una metralleta como prótesis son parte de su encanto.
Como apunte final cabe recordar que Planet Terror formaba parte de un experimento cinematográfico, dos films independientes, (la otra era Death Prof de Tarantino), exhibidas de forma conjunta como con escaso éxito se hizo en Estados Unidos. A Europa sin embargo nos llegan de forma separada y casi simultánea, perdiendo parte de su encanto original y quedando huérfanos los muchos guiños que se dan a lo largo de ambas proyecciones, (el cameo de Tarantino en esta cinta es el mínimo de todos ellos). A pesar de este fallo, el resultado no cojea en ningún momento fruto de su gran personalidad, que la erige como uno de las mejores muestras de serie B y más originales propuestas.