La industria cinematográfica norteamericana vuelve a tirar de rostros conocidos para intentar lograr un nuevo éxito de taquilla en el terreno de la comedia. Adam Sandler y Drew Barrymore forman equipo otra vez, tras El chico ideal y 50 primeras citas, precisamente a las órdenes de Frank Coraci, director de la primera y reincidente en lo referido a poner a Sandler a frente de sus proyectos: ahí están The waterboy o Click para demostrarlo. Entre las magnas obras de Coraci caben destacar sus dos recientes colaboraciones con Kevin James, Zooloco y Peso pesado.
Con estos mimbres, casi resulta redundante señalar que estamos ante una comedia romántica de tono bobalicón que aspira a contentar a los diferentes estratos de las familias que acudan a verla. Un viudo, padre con tres hijas, tiene una cita a ciegas con una madre divorciada que tiene dos hijos preadolescentes e hiperactivos. Tras un inicio más o menos esperanzador el argumento irá forzando las situaciones para que ambos progenitores se vean abocados a terminar compartiendo sus vidas, como si de una actualización de La tribu de los Brady se tratara, previo paso por un resort africano.
Al menos existe una química mínimamente convincente entre el tándem protagonista, y el personaje de Adam Sandler no cae en el bochorno que alcanzaba en la infumable Jack y su gemela, mostrando una vena sarcástica que proporciona algunos de los momentos más salvables de la cinta que aquí nos ocupa, aunque el actor de la impresión de estar desganado y de no esforzarse demasiado. Otros momentos logrados son el gag repetido de las canciones que suenan en las cabezas de los personajes –muy significativa la canción de R.E.M.–, o alguna de las intervenciones del grupo musical africano que ameniza las veladas de quienes se hospedan en el hotel que sirve de escenario a buena parte de la historia.
Sin embargo, la cinta adolece de exceso de metraje –lo repetiremos de nuevo: una comedia ligera que roce las dos horas de duración ya nace con un severo hándicap–, de dejar poco espacio para la sorpresa –sabemos exactamente cómo van a desarrollarse el 90% de las situaciones– y de acumular escenas vergonzantes y chistes sin gracia. Se trata de un relato compuesto por varias subtramas que hemos visto en repetidas ocasiones, y aunque está claro que no se alcanzan los niveles vergonzantes y aborrecibles de otros productos de sus protagonistas, tampoco nos hallamos ante una película que vaya a librarse de caer en el olvido con celeridad.