En los corrillos de los aficionados a los tebeos de superhéroes había quien tenía el convencimiento de que tras una primera película un tanto dubitativa, esta secuela de Los 4 Fantásticos iba a suponer el despegue definitivo de la saga cinematográfica, como ya sucediera en su día con las dos primeras adaptaciones de los tebeos de los X-Men. Sin embargo, lo cierto es que la trilogía dirigida y supervisada por Bryan Singer ya apuntaba bien alto desde su mismo arranque, algo que el dueto de films firmados hasta el momento por Tim Story no ha conseguido igualar ni de lejos, convirtiendo al primer supergrupo de Marvel Comics en poco más que espectacular entretenimiento veraniego de usar y tirar.
Los personajes principales siguen dando, como en la película precedente, una de cal y otra de arena. Los héroes mejor retratados resultan ser la Antorcha Humana y la Cosa, bastante próximos a su forma de hablar y comportarse en los tebeos. Sin embargo, el conflicto entre Reed Richards y Sue Storm se nos presenta de una forma tan infantil y frívola –esa despedida de soltero rozando lo patético– que luego choca verlos a ambos adoptando posturas más firmes, casi amenazadoras, por mucho que la escena en cuestión esté bien llevada. Asimismo, Los militares norteamericanos que intervienen en la trama son usados a modo de comodín en el guión, y tan pronto resultan odiosos como se tornan aliados de los protagonistas.
Mención especial merece el temible Doctor Muerte (interpretado de nuevo por el discreto Julian McMahon), que vuelve de entre los muertos sin dar más explicaciones y es aceptado a las primeras de cambio por el bando de los buenos, aun sabiendo que alguna puñalada les caerá por su parte. Sencillamente increíble. Para compensar la balanza tenemos a ese Silver Surfer de cuidado diseño para aumentar el factor sorpresa y subir el nivel final de la película, como hace desde su primer enfrentamiento con la Antorcha Humana.
Hay detalles que molestarán a los aficionados al tebeo –el poder de Silver Surfer no radica en su tabla, por ejemplo, y también resulta difícil de creer el desenlace de la cinta, conociendo la diferencia de fuerza entre Galactus y el surfista–, pero para compensar la balanza hay diversos guiños (la recepcionista del edificio Baxter, el Fantasticar, los poderes del Superskrull, el ya esperado cameo de Stan Lee...) que alegrarán a más de un lector veterano.
En la historia original teníamos a un alienígena dejándose embelesar muy convincentemente por una humanidad que no merecía perecer consumida por una fuerza imparable, pero aquí todo transcurre más atropelladamente, con algunos aciertos y demasiados errores, el mayor de los cuales es querer infantilizar en exceso todo el producto (¿era necesaria esa escena de Jessica Alba sin ropa?), y cuya corta duración asegura al menos un rato de entretenimiento poco elaborado para un buen número de espectadores que acudan únicamente a por una ración de efectos especiales, explosiones y la típica historia de acción donde hay que salvar al mundo y acabar siendo todos muy amigos. Total, más o menos la misma opereta que ya nos ofrecieron en la primera parte, sólo que esta vez ya estamos vacunados.