Contaba esta película con dos alicientes que hacían apetecible su visita: uno, ser una suerte de continuación de la bienhallada Algo en común, sorprendente por su conseguido tono agridulce; y dos, contar con guión de Paul Haggis tras firmar los de Million Dollar Baby y Crash.
La primera expectativa queda casi cubierta al tener como protagonista a Zach Braff, el que fuese director y actor principal de Algo en común, pues aunque el personaje no es el mismo que en aquella, tiene unas características muy similares que hacen verlo como una evolución, como lo sucedido tras una elipsis temporal anunciada por el rótulo unos años más tarde... que podía haber aparecido en la primera secuencia. Si entonces unos veinteañeros se despedían con nostalgia de la adolescencia en la que aún todo es posible y no hay caminos trazados, en ésta, cuatro amigos a punto de la treintena se resisten a incorporarse al grueso vital de la creación de una familia, el cuidado de los hijos y el trabajo cuanto más estable mejor.
El guión de Paul Haggis, la segunda expectativa, aporta complejidad a los personajes, con esa capacidad que tiene de hacernos entender las contradicciones y los actos erróneos en los que se ven envueltos.
Aún así la cinta no se salda con puntos a favor. La trama no tiene originalidad y de las cuatro situaciones presentadas acerca de los cuatro amigos, sólo un par de ellas adquieren en algún momento aislado verdadera entidad. Todas son previsibles y las resoluciones y decisiones que toman los protagonistas son siempre conservadoras, bienpensantes y nada arriesgadas. En algún momento se sigue con más interés una historia paralela acerca de la crisis de pareja de los padres de uno de los protagonistas que la de éstos mismos.
La realización del también actor Tony Goldwin acusa su origen televisivo (Anatomía de Grey, Ley y Orden) y en un par de secuencias se deja llevar por la técnica del videoclip ambientando con una canción modernísima y sentida una serie de imágenes sin desarrollo de trama argumental. Zach Braff resulta solvente y adecuado para el papel protagonista y los veteranos Tom Wilkinson y Blythe Danner roban todas las escenas en las que aparecen.
En conclusión, producción por debajo de sus expectativas, agradable de ver y fácil de olvidar. Ideal para provocar conversaciones de fin de semana en parejas jóvenes, al poder verse fácilmente reflejados en algunos de los personajes.