Sucede que las historias con la premisa “adulto con niño/a” crean reticencias dado que suenan a repetidas veces visto. En este caso, el argumento nos remite a Pancho (Dario grandinetti), quien da vida a un cocinero metido de lleno en la cincuentena y que lleva una existencia plácida al lado de su joven novia en Buenos Aires. Esta aparente tranquilidad acaba yéndose al traste tras la aparición de Amparo, una niña de siete años que dice ser nada más y nada menos que su nieta. Como si del fantasma de las navidades pasadas se tratase, Amparo le invita a plantearse su futuro a través de un viaje físico y emocional a su pasado en el que la búsqueda de una hija que abandonó de pequeña se convierte en el motor principal de su vida.
Sin abusar del recurso de la lágrima fácil, el director y guionista Beda Docampo Feijjo (artífice de los libretos de Camila nominada al oscar a la mejor película extranjera, o El último tren, premio al mejor guión en el Festival de Montreal) nos ofrece un conmovedor retrato sobre la pérdida en el que Darío Grandinetti (El lado oscuro del corazón, La buena educación) se erige como lo mejor de la función, sin desdeñar en ningún momento al resto del reparto.
Quiéreme no pretende en ningún caso romper taquillas de medio mundo, sino ocupar un pequeño espacio en el corazón del espectador, algo que consigue en ciertos momentos, por más que tampoco sean escasas las incoherencias que hacen acto de presencia en algunas actitudes de personajes, motivo que pone en tela de juicio el resultado. Tal desconcierto surge a raíz de los repentinos cambios en las actitudes mantenidas por la pareja formada por Grandinetti y Lecuona, que hace el papel de su novia. Este planteamiento también puede servir para el papel de Ariadna Gil, permitiéndonos el lujo de preguntarnos por el sentido de un personaje tan incompleto dado que el guión pasa de puntillas sobre demasiados aspectos que podían haber enriquecido el filme.
En cierto modo, y haciendo caso omiso a estos salvables altibajos de escritura, consigue enternecer al espectador a base de buenas intenciones, aunque sea bien cierto que con esta sola base no se logra un total acabado. En conjunto no aporta nada que no hayamos visto con anterioridad, pero si contribuye con cierto grado de honestidad a narrarnos una historia sencilla, que dado los tiempos que corren no es poco.