El término Shoot’em Up hace referencia a esos conocidos videojuegos en primera persona (Doom, Quake) donde la única manera de continuar el juego y superar los distintos niveles es disparar, disparar y disparar. Pues bien, eso es básicamente todo lo que hace Clive Owen en esta trepidante, alocada, descerebrada y demencial película firmada por un semidesconocido Michael Davis.
Owen interpreta a Mr. Smith, un tipo extraño y solitario que ve perturbada su tranquilidad por los gritos de una parturienta que huye de un grupo de matones. Smith se verá en la obligación de intervenir combinando su asistencia en el parto de la mujer con los disparos que van acabando con cada uno de sus enemigos menos uno, Hertz, el personaje encarnado por Paul Giamatti, un excéntrico y aturdido matón que lo que más teme en el mundo son las llamadas telefónicas de su esposa, durante las cuales podemos apreciar el que es su verdadero y auténtico rol: el de calzonazos.
Ambos personajes, héroe y antagonista, vivirán una divertida y cómica historia de encuentros y persecuciones propia del universo de los dibujos animados (Coyote y Correcaminos, Silvestre y Piolín…) cuyo homenaje explícito está en las muchas zanahorias a lo Bugs Bunny masticadas por Mr. Smith (convertidas incluso en útiles objetos punzantes capaces de asesinar), y más concretamente, en la cita expresa a la famosa frase del conejito de la Warner “¿Qué hay de nuevo, viejo?”, que se repite en varias ocasiones.
Durante la orgía de tiros que abre la cinta (y que prefigura todo su desarrollo posterior: un continuo baño de balazos, sangre, sexo y rock 'n roll que debe mucho al cine de John Woo, Robert Rodríguez o Quentin Tarantino, así como a la estética y lenguaje propios del videojuego y del videoclip), el destino hará que Smith huya con el recién nacido entre sus manos, convirtiéndose de la noche a la mañana en canguro y protector de la criatura. Toda la trama girará entonces sobre esta línea argumental: Mr. Smith (héroe) debe proteger al bebé (objeto codiciado) de las manos de Hertz (enemigo).
Para cumplir con la misión dispuesta, como en todo relato de acción, contará con la ayuda de otro personaje, en este caso la prostituta italiana Donna (Monica Bellucci), que alimentará al recién nacido, y con la que, como era de esperar, Owen vivirá un idilio amoroso. Este nos brindará una de las secuencias más cómicas y espectaculares de todo el metraje, con los amantes copulando al compás de los tiros de los matones, con el trasero y espaldas de la Bellucci a modo de prominente escudo.
Pero lo cierto es que los momentos en los que aparece Monica Bellucci (a excepción del comentado) paralizan un poco el trepidante ritmo instaurando un componente dramático que desentona con la propia esencia de la obra, que no es otra que la pura acción y espectáculo: sumir al espectador en un estado de shock continuo sin lugar alguno para el aire ni la reflexión. Un auténtico disparo a los sentidos.