La actual abundancia de nuevas cintas de animación provoca que, inevitablemente, cada cierto tiempo nos topemos con una que claramente no logra satisfacer las expectativas que los espectadores pudiéramos tener acerca de ella, sobre todo si tenemos debilidad por este tipo de películas y solemos mirar con buenos ojos casi cualquier producto que nos llegue en forma de personajes variopintos creados a partir de millones de píxeles.
En este sentido, Dreamworks ha pinchado con Home: Hogar, dulce hogar. Si bien el cortometraje Almost Home –proyectado antes de Las aventuras de Peabody y Sherman– nos dejó un excelente sabor de boca, con las desdichas de esos pobres alienígenas en busca de un planeta pacífico que poder colonizar, la traslación a larga duración de la novela de Adam Rex fracasa a la hora de crear un divertimento perdurable en nuestra memoria.
Con Tim Johnson (Hormigaz, Vecinos invasores) a los mandos hubiera sido deseable que nos lleváramos a las retinas algo más que una historia excesivamente simple, predecible y poco original, orientada principalmente a los más pequeños de la casa, y que no proporciona suficientes alicientes a sus progenitores como para que deje marca o incluso mueva a reflexiones de diversa índole, como por ejemplo era el caso de Los Croods o Cómo entrenar a tu dragón, también de la misma factoría. Tampoco encontraremos el humor descacharrante a ratos de Gru, mi villano favorito, así que obviamente algo ha fallado en su concepción.
La película se empapa del espíritu de las buddy movies en buena parte de su metraje, pero le da por cargar las tintas sobre la parte sentimental en más de un momento –abundan las canciones ñoñas hacia la parte final, principalmente–, y el conjunto no termina de ser más que un mero divertimento apacible, simpático pero bastante simplón y forzado en ocasiones. De todos modos, cuenta con unos pocos detalles de cierta calidad que logran salvar el conjunto y hacernos sobrellevar la sensación de déjà vu que nos transmite todo el film: el diseño de algunos personajes y escenarios, la planificación de segmentos como la del encuentro de los dos protagonistas y chistes aislados que logran hacer brotar una docena de sonrisas... siendo generosos, eso sí.