Lo que nos hace ilusión sobre cualquier otra cosa es que el espectador se emocione, que pase mucho miedo con la película
Se aprecia que habéis contado con una gran libertad creativa, y eso ha desembocado en una de las mejores producciones de género de Filmax. ¿Cómo le planteasteis [•REC] al productor Julio Fernández?
El proyecto nació fácilmente, lo decidimos casi en su totalidad Paco y yo tomándonos unos cafés y dándole vueltas a los mecanismos del terror, a nuevas ideas para activarlos… se lo comentamos a Julio, con el que ya habíamos colaborado previamente, y además le dijimos que queríamos hacerla de inmediato para mantener la frescura de nuestras ideas. Es decir, no queríamos presiones ni tampoco un exceso de preparación que nos hiciese perder el impulso. Julio entendió lo que pretendíamos y nos respondió sencillamente: “Hacedla”. Como el presupuesto, por otra parte, estaba muy ajustado, no se trataba de un riesgo grave. Lo tuvo claro, y en efecto la libertad ha sido absoluta.
Aunque pueda sonar absurdo, nos parece que a nivel estrictamente formal tu primera colaboración con Paco Plaza, aquel documental sobre los ganadores de la primera edición de Operación Triunfo, [OT: la película (2002)], tiene más de un punto en común, incluso a nivel de banco de pruebas, con [•REC]...
No es tan absurdo… [risas]. Ciertamente, [•REC] es un falso documental; o mejor dicho, un documental real sobre una falsa realidad. Y OT: la película, en el fondo, era lo mismo: un documental sobre una realidad falsa, ese tipo de realidad generada artificialmente por una cadena de televisión. Para resolver ese juego de espejos sí hemos desarrollado algunas estrategias similares. El desafío con [•REC] es que Paco y yo aspirábamos a preparar, diseñar y manipular mucho más esa falsa realidad para lograr otro tipo de efectos.
¿Y cómo se dirige a cuatro manos una película como [•REC], en la que ese espectáculo de lo telerreal obliga a numerosos malabarismos al equipo de rodaje?
Pues en ningún momento hemos separado Paco y yo las funciones, lo hemos hecho todo al unísono. No creas que ha sido ese el mayor reto a la hora de retratar con verosimilitud la realidad de la que hablábamos. El mayor esfuerzo ha residido en que, detrás de la aparente sencillez de lo que muestra la cámara, había un complejísimo diseño de producción. Allí donde vemos una cámara libre que va grabando espontáneamente, en una situación en la que ni quien la lleva ni quienes le rodean saben lo que va a suceder, detrás hay un perchista grabando el sonido, un auxiliar de cámara, un ayudante de dirección, Paco y yo… toda esa gente del equipo debía compaginarse con unos actores que en muchas ocasiones no sabían qué les habíamos preparado, de manera que no nos molestásemos los unos a los otros, y a la vez se pudiera dotar al plano que rodábamos en ese momento de una narrativa interna que hubiera sido imposible recrear en el montaje, dado que aspirábamos a crear la sensación de directo.
Es sorprendente, en efecto, cómo a pesar de los brutales vaivenes de la cámara y las carreras de los protagonistas, están tan controlados los efectos técnicos y la disposición espacial en el edificio.
Ten en cuenta que [•REC] está rodada en un inmueble y en un tiempo reales, y eso obligaba a contar con un equipo muy talentoso y muy capaz de reaccionar a lo que iría pasando sobre la marcha. Especialmente en lo que respecta al operador de cámara, un virtuoso que además debía interpretar mientras rodaba, pues su trabajo en la realidad es también el que desempeña en la película. Otro tanto pasaba con los efectos especiales, que en muchos casos tienen lugar ante la cámara, y cumplen su función durante los muchos minutos que llegan a durar algunos planos; no hay cortes para que puedan prepararse en un plano iluminado convenientemente, etc. Esto ha supuesto recrearlos empleando técnicas diferentes a las habituales.
También tienen mucha importancia los vecinos que habitan la casa, sus reacciones ante el terror y ante la cámara de la periodista.
Al aspirar la película a eso que podríamos llamar hiperrealismo, era fundamental que no sólo el lenguaje se adaptase a ello, sino también que los personajes aportasen lo suyo, ese costumbrismo que todos vivimos todos los días, aunque en [•REC] termine desintegrándose. También la casa, los pisos, debían introducir al espectador en un universo perfectamente reconocible, en el que nada le chirriase, y predisponerle así a creer en todo lo que va a suceder.