Un perfecto catálogo de errores cinematográficos.
Hay que estar en el fregao, tío. Si Brian De Palma diese clases de cine, ese sería su lema. El que en otros tiempos fuera considerado sucesor de Hitchcock gracias a Obsesión (1976) o Vestida para matar (1980) se ha convertido en un director que aborda cualquier género sólo ateniéndose a la moda imperante. ¿Que hay que hacer una de terror sobrenatural? Ahí tienes Carrie (1976) y La furia (1978). ¿Un revival del cine de mafiosos? Pues El precio del poder (1983) y Los intocables (1987). ¿Cómo? ¿La guerra de Vietnam? Una de Corazones de hierro (1989) ¿Qué? ¿Cine de acción con héroe ambiguo? Pues ahí van Misión Imposible no se cuántos (1996) y Snake eyes (1998). ¡Oye, Brian, la ciencia-ficción!... Misión a Marte (2000).
La diferencia con otros directores que abordan en cada película distintos géneros cinematográficos como Ang Lee o Clint Eastwood es que De Palma, a pesar de su enorme experiencia, no consigue trascenderlos (lo peor es que ni siquiera se lo propone) sino que en ocasiones realiza films tremendamente flojos, casi sonrojantes. En los últimos años nos ha regalado alguno de los pestiños más suculentos que se recuerdan: Misión a Marte, Femme fatale (2002) y La dalia negra (2006).
Pues el fregao ahora está en hacer una película criticando la guerra de Iraq. ¡Brian, coge la cámara!. Y aquí tenemos Redacted que es un perfecto catálogo de errores cinematográficos. Ya es temible desde su planteamiento. Pretende dar veracidad a la narración utilizando fuentes de primera mano: las grabaciones en vídeo de un soldado destinado en un punto de control en Samarra, las noticias televisivas sobre los altercados en esa ciudad, los vídeos colgados en Internet acerca de lo que sucede allí, las cámaras de vigilancia del cuartel militar, las sesiones psicológicas de los soldados... Este recurso se vuelve al primer minuto en contra del cineasta, obstinado en mostrar absolutamente todo lo que acontece en el escuadrón sin acudir a la más mínima elipsis. Resulta increíble que en todo momento haya una cámara en alguna parte para dejar testimonio de lo sucedido. Sorprende también que, a pesar de tratarse supuestamente de imágenes no profesionales, los encuadres son válidos, el enfoque correcto y el sonido nítido... ¡si hasta hay montaje plano-contraplano en una entrevista televisiva hecha en la calle! La aparición en pantalla de páginas web donde se reproducen vídeos no tiene perdón, son más falsas que un euro con la cara de Edward G. Robinson. El apartado personajes e interpretaciones es deleznable: hay un sargento negro con mal carácter pero honesto, un soldado con gafas de pasta que siempre está leyendo, un latino que es buen chico y dos sureños muy ignorantes y violentos que causan muchos problemas. También hay un cabo bueno, rubio y de ojos claros que sufre con todo lo que pasa y cuya conciencia no le permite dejar de denunciar todo lo horrible que ha sucedido... ¡en la grabación doméstica de su fiesta de regreso a casa!
Abogo pues porque Redacted se distribuya en las escuelas de cine ahora tan proliferantes (que sepamos ni John Ford, Akira Kurosawa u Orson Welles fueron a una escuela de cine) como ejemplo disuasorio para los alumnos: si lo que vas a contar ya lo han hecho mejor otros, plantéate la película.