Parece que los estudios no se cansan en su intento de llevar con fortuna títulos de famosos videojuegos a la gran pantalla. Convertido ya en un nuevo género cinematográfico, este mundo de conversiones continúa viéndose profundamente maltratado en sus adaptaciones al cine, cuyo ejemplo más reciente quizá sea la insípida Resident Evil: Extinción (Russell Mulcahy, 2007), cierre de una trilogía que no tiene nada que ver con la esencia e intenciones de la saga creada por el japonés Shinji Mikami
Paradójicamente, los mejores hallazgos visuales y narrativos del mundo de los videojuegos en el cine los encontramos en títulos que no han partido de adaptación alguna, pero que sin embargo han sabido retratar la estética y el lenguaje propios de estos medios lúdicos. Como ejemplos, el empleo del punto de vista en primera persona (o visión subjetiva) en cintas como Desafío Total (Paul Verhoeven, 1990) o Elephant (Gus Van Sant, 2003); la perspectiva aérea propia de The Sims en films como Dogville (Lars Von Trier, 2003); el punto de vista en tercera persona, presente también en Elephant en los momentos en que la cámara sigue lentamente a los personajes desde atrás; y la visión lateral típica de los arcades de lucha, donde personaje y escena avanzan horizontalmente en forma de travelling lateral, algo que nadie ha sabido retratar mejor que el coreano Park Chan-wook en una de las más famosas escenas de esa obra maestra llamada Old Boy(2003).
Todos estos directores, como vemos, son auténticos creadores -“autores” mejor dicho- quienes han pretendido explotar al máximo las posibilidades del lenguaje cinematográfico y su posible relación con el lenguaje de otros medios. Nada de eso se aprecia en la larga lista de directores de los que los estudios hacen uso para llevar a cabo sus proyectos comerciales. Este es el caso de Xavier Gens, director de Hitman (2007), quien a pesar de tener una envidiable cultura cinematográfica, ha sido incapaz en su adaptación del conocido Agente 47 de captar la esencia del original, generando un producto irregular, falto de originalidad y fácilmente olvidable. El único acierto del film es el haber respetado la estética del personaje, interpretado correctamente por Timothy Olyphant, que aparece caracterizado con ese traje negro, camisa blanca, corbata negra, calvicie y código de barras que hicieran mundialmente famoso al sprite pixelado. La cinta también respeta del original esos planos en tercera persona en que la cámara, acompañada de un ligerísimo picado, sigue de forma pausada a Olyphant a lo largo de los pasillos de los hoteles donde lleva a cabo sus operaciones, así como el juego de disfraces de los que 47 se vale para confundir al enemigo y entrar a zonas restringidas.
Pero en lo que no hay acierto posible es en la trama, salpicada de lugares comunes y de una pseudohistoria de amor entre 47 y Nika, la prostituta rusa interpretada por Olga Kurylenko (una belleza, todo hay que decirlo), que no se creen ni sus propios personajes. Este pseudoromance saca al espectador totalmente de la acción y del ritmo de la cinta, cayendo en un estado de estupor que incluso los minutos finales son incapaces de levantar, sobre todo cuando presenciamos ese horrible happy end al que se somete a 47.
Quizás sin esta historia de amor la película hubiera funcionado mejor. Pero el porqué de su inevitable presencia en este tipo de adaptaciones de índole comercial cuando en los videojuegos originales sencillamente no existe son cosas que escapan a nuestra comprensión.