Pieza de cámara para dos actores, con una desalentadora visión de las relaciones humanas
Al parecer, cuando fue asesinado, el director holandés Theo Van Gogh se hallaba enfrascado en el remake norteamericano de su película Entrevista (2003). Su productor habitual, Gijs van de Westenlaken, consideró que realizar en Estados Unidos nuevas versiones no solo de aquel film de Van Gogh sino también de otros dos, Cita a Ciegas y 06/05 —actualmente en producción— sería una buena manera de homenajear al fallecido y dar a conocer su obra; ya que los planteamientos formales de estas cintas rodadas respectivamente por Steve Buscemi, Stanley Tucci y Bob Balaban habrían de respetar el estilo de Van Gogh, es decir, rodar con tres cámaras de vídeo simultáneamente, dedicando una a cada uno de los dos protagonistas y la tercera a ambos.
Van Gogh era un tipo polémico, uno de esos artistas que sólo saben hablar del ser humano a voz en grito y desnudando sus miserias. Lo que no es una crítica. Más bien al contrario, se agradecía en esta época liofilizada que vivimos. Otra cosa es que sus artificios dramáticos fueran tan electrizantes como finalmente agotadores, y quizá más superficiales de lo que se pretendía. Es al menos lo que transmite Interview, que Buscemi ha guionizado, realizado y protagonizado sin apartarse demasiado del original: Pierre Peders es un periodista político y de guerra en decadencia, a quien se le encarga entrevistar a una actriz trasunto de Milla Jovovich o Paris Hilton, Katya (Sienna Miller). Pierre subvalora a Katya y ésta desprecia a Pierre, pero diversas circunstancias les obligan a conocerse mejor y a entablar una relación momentánea en la que, a pesar de las buenas intenciones esporádicas, no podrá sino declararse, como ellos mismos dicen, “un vencedor y un perdedor”.
Como pieza intimista en torno a dos únicos personajes, Interview es un retrato nada halagador de los seres humanos, que nos recordó en muchos momentos a películas de realizadores como David Mamet o Neil LaBute. Sin embargo, si Mamet se centra en el lenguaje como instrumento de poder y manipulación y LaBute en la guerra de sexos, los responsables de Interview están más atentos a reflejar los estragos que lo mediático y lo dramático-confesional están causando en un panorama emocional marcado ya de por sí por la desconfianza. En este aspecto la película funciona, pero no lo hace tanto en lo que respecta a la verosimilitud de las anécdotas que ligan a Pierre y Katya a lo largo de la noche en que se desarrolla la acción, ni tampoco en lo que toca a algunos golpes de efecto que, como decíamos, desacreditan un poco el calado del film.
En el apartado interpretativo, fundamental considerando que la cámara está encima prácticamente de los actores, sale ganando una Miller que profundiza en su propia imagen de sex-symbol con arrojo. En cambio Buscemi no da el tipo de hombre que puede turbar a una estrella del cine aunque sea por unos minutos, y reitera el patetismo ruin en el que se ha encasillado, en un registro muy similar además al de la reciente Delirious.