Delirante, divertidísima secuela; mejor que su predecesora y que casi todas las superproducciones USA de este año
Hace un par de años nuestro buen camarada Miguel Giner firmaba una crítica de La Búsqueda, primera aventura del cazatesoros Ben Gates, tan certera y ajustada en sus benignas apreciaciones a lo que ofrecía la película que bien podría repetirse palabra por palabra para esta segunda parte, básicamente idéntica a su predecesora.
Sin embargo, no sabe uno si debido a la pésima calidad de las superproducciones norteamericanas estrenadas este año, o a la impaciencia por ver la cuarta aparición del insuperable Indiana Jones, habíamos afrontado este Diario Secreto con cierta displicencia, como un acontecimiento obligado más de las Navidades; probablemente tan indigesto como la cena de Nochebuena y tan decepcionante como el día de Reyes.
Craso error. La búsqueda 2 El Diario Secreto es una película divertidísima. Desde luego, totalmente inverosímil, y muy deudora de ciertos desarrollos argumentales propios de los videojuegos y de los conceptos conspiranoicos y ocultistas de la Historia que manejan los best-sellers del momento. Pero el film juega con tales defectos llevándolos hasta el extremo, al borde de lo paródico, y además ha otorgado a los esquemáticos personajes los rostros de actores tan estupendos como Helen Mirren o Ed Harris, que se suman a los ya conocidos Nicolas Cage, Diane Kruger, Jon Voight, Harvey Keitel y Justin Bartha.
La película se divide en dos partes muy diferenciadas. La primera, que cuenta los esfuerzos de Ben por limpiar el nombre de un antepasado a quien una página descubierta del diario del asesino del presidente Abraham Lincoln convierte en cómplice del magnicidio, se resuelve al estilo Mission: Impossible. Es decir, cada nueva pista que hace avanzar a Ben, sus amigos y sus contrincantes, se halla en un recinto aún más infranqueable que el anterior; pero gracias a los vertiginosos efectos de guión, música y montaje con que se distrae la atención del espectador logra superarse el escollo y la acción se propulsa a un escenario más demencial si cabe… de manera que al final terminamos por encontrar natural que el mismísimo presidente de los Estados Unidos esté participando de la intriga como si fuera un colega de toda la vida.
La mitad postrera de la cinta, más breve, homenajea el cine de aventuras de siempre. No faltan las grutas, los derrumbamientos, las inundaciones, los restos fabulosos de civilizaciones perdidas y los sacrificios personales. En este último aspecto, El Diario Secreto se permite algunos comentarios sobre el honor, el respeto a la memoria histórica (y hasta la prehistórica) y el patriotismo que no por simples dejan de tener su valor, al menos desde la perspectiva de una sociedad tan medrosa y ambigua como la nuestra.
No son, en cualquier caso, sino apuntes en un conjunto que pretende, ante todo, entretener, y que lo consigue con más nobleza de lo esperado.