Las cosas parecen muy sencillas, pero no lo son tanto. No basta con un puñado de nombres, escenarios fantásticos, o intensas actividades promocionales. Cuando las grandes productoras se refugian en marcas de rentabilidad indiscutible es por algo. Y si hay miedo a estrenar nuevos productos, también.
Podría argumentarse que el mercado ha abusado tanto de los filones, que la audiencia se ha acostumbrado a vivir solo con en ellos. Que los estrenos constantes de entregas de una misma franquicia han educado al público para despreciar aquello que no conocen, sea mejor o peor.
Pero a la hora de la verdad Tomorrowland, sin ser un despropósito, no es una gran película. Aunque sin duda muchas peores han contado con más apoyo por parte del público, y con George Clooney al frente la cosa bien podría haber funcionado.
Según informan en The Hollywood Reporter el agujero económico para Disney podría alcanzar los 140 millones de dólares. De los 180 millones que costó producir la cinta, 77,3 fueron recuperados en EEUU y 93,5 en otros mercados, algo que daría para unas pérdidas muy reducidas si no fuera por los costes añadidos (véase marketing), que se cifran en otros 200 millones.
El fracaso sería el primero para Disney desde El llanero solitario. Entonces en la compañía de Mickey Mouse se anotaron unas pérdidas de 190 millones de dólares.