Ari Gold ha vuelto. La reacción que cada uno tenga (si la tiene) a esta simple frase de cuatro palabras serviría perfectamente para discernir el tipo de placer que va a proporcionarnos la versión cinematográfica de Entourage (El séquito). Cuatro años después del final de la serie, y a modo de novena temporada comprimida en poco más de hora y media, los responsables de aquella chispeante aventura televisiva –cuatro amigos del alma dando bandazos por el caprichoso ecosistema hollywoodiense– regresan con el elenco completo para dar un ¿último? fogonazo, como ya sucediera con otra de las series de la sacrosanta HBO, Sexo en Nueva York; eso sí, esperemos que cualquier posible secuela no rebaje tanto el nivel como en el caso de las cuatro neoyorquinas.
La película de El séquito sirve para reverdecer sensaciones, emociones –no muy profundas, pero las hay– y un dibujo de personajes que nos tuvieron muy entretenidos desde 2004 y hasta la cancelación de la serie: no en vano Jeremy Piven cosechó tres Emmys como mejor actor secundario gracias al carismático (y estresado) Ari Gold que mencionábamos antes. No hay que ser adivino para intuir que los seguidores de este frívolo retrato del mundo del séptimo arte y sus entresijos volverán a pasar un rato más que entretenido junto a esta cuadrilla de amigotes en busca de sexo, diversión y satisfacción personal, ya que la esencia básica sigue ahí.
Por si no bastara con este compendio de hedonismo, ni con los diálogos ágiles e ingeniosos, ni con el despliegue de lujo y caprichos varios –que, por otro lado, a buen seguro que son el pan de cada día en el entorno de Hollywood–, la historia se ve salpicada de decenas de cameos, tanto de actores que ya se habían dejado caer por la serie como de un buen puñado de otros que también contribuyen con su rostro y algún que otro chiste más que divertido: atención al momento con Liam Neeson, por ejemplo.
Pese a ser lo que es (un mero homenaje aparatoso a un modelo de historia que nos entretuvo durante ocho temporadas), la cinta se enfrenta a un buen número de opiniones en contra: los defensores más acérrimos de la HBO jamás perdonarán que un producto tan trivial acabara exhibiéndose allí; por otro, las feministas más radicales pueden echar pestes de ella –y con razón– debido a sus características; por último, lo más sangrante es que hay mucha gente que parece no recordar bien qué tipo de serie era El séquito, y le están pidiendo peras al olmo. Todos estos detractores no sabrán disfrutar de hora y media de sano entretenimiento a costa de estos ocho colegas bastante descerebrados e inmaduros.
Lamentablemente, la repercusión de la película no será demasiado grande. En Estados Unidos costará que logre recuperar el dinero invertido y proporcionar algún tipo de ganancia, y mucho nos tememos que en España apenas atraiga a las salas a los espectadores nostálgicos de las aventuras de Vinnie Chase y compañía, si es que el film no desaparece de las salas tras una sola semana de exhibición. Una pena, ya que incluso un público más mayoritario puede echarse unas risas con las idas y venidas de los cinco protagonistas.