Eleva a la película por encima de la categoría de clásico instantáneo, para alcanzar una reservada a esas figuras míticas que se quedan para siempre con nosotros indiferentes a los calificativos de obra maestra.
Los anuncios de secuelas varias parecían confirmar el temor de que Pixar quedaba definitivamente fagocitada por el lado más voraz de Disney, y que lo que una vez fue autonomía para lograr un sello de autenticidad había pasado a la historia. Quedaba la esperanza, no obstante, de que ambas tendencias se unieran, y que la plaga de las continuaciones diera para sacar partido a las mascotas conocidas que posteriormente amortizarían en merchandising, y que sus creativos de lujo se dedicarían no solo a alimentar las historias de aquellas, sino a dar forma a nuevos planteamientos.
Pues bien, como el lector medianamente atento sabrá probablemente a estas alturas, Del revés (Inside Out) es la mayor demostración de esa esperanza en la que muchos tratábamos de refugiarnos, una constatación asombrosa de lo que la creatividad puede hacer cuando se lleva a su límite máximo, cuando la industria deja de jugar a establecer sus límites cuadirculados, y confiando en unos talentos los alimenta e incentiva para ver cómo de lejos pueden llegar (hasta 7 experimentados guionistas, coordinados milimétricamente para sacar todo el partido posible a su relato).
Costaba apreciar por los tráilers promocionales lo lejos que podría llegar la materialización de emociones en su metáfora, cómo Alegría, Tristeza, Furia, Miedo y Asco iban a servir para explicar —y hasta simplificar— la complejidad humana desde una entrañable caracterización repleta de lucidez que no solo da momentos cómicos o absolutamente enternecedores, también algunas escenas hechas para trascender evocando vivencias comunes con las cuales resulta sencillo identificarse. Algo que eleva a la película por encima de la categoría de clásico instantáneo, para alcanzar una reservada a esas figuras míticas que se quedan para siempre con nosotros indiferentes a los calificativos de obra maestra.
Como muchos han puesto en evidencia, a pesar de la facilidad con la que su representación puede seducir a los pequeños que vivirán sus aventuras ajenas a la función que desempeñan, es el público más adulto el que lejos de limitarse a pasar el tiempo acompañando a los más pequeños, caerá totalmente rendido a su relato. Estamos en definitiva ante una forma admirable de recordarnos que Pixar está llamada a ser algo más dentro del cine, de mostrar el potencial de este para pasar por encima de cualesquiera relatos fáciles de autoayuda y hacernos reflexionar a la vez que disfrutamos de una experiencia única.