Sin embargo, una parte de mí cree que aún es demasiado pronto para saludar a Apatow como un firme valor del humor yanqui; tras la efectividad cómica de sus películas tal vez esconda un lado oscuro que acabe llevando al traste las virtudes más evidentes de su cine. Su carrera como director, compuesta por Virgen a los cuarenta y Lío embarazoso, puede darnos algunas pistas sobre el problema. El generoso, y sorprendente, recibimiento que ambas han tenido por parte de la crítica oficial, siempre reticente a este tipo de humoradas gamberras, no deja de resultar extraño y sospechoso. Un público que ya condena de antemano a los Farrelly (ignorando sistemáticamente su última, y muy estimulante, película), y contempla con condescendencia las producciones de la Happy Madison, recibe con vítores y carcajadas las bromas que llevan su particular sello. ¿Su humor será entonces una especie de gamberrismo liofilizado, apto para el consumo de las masas? Dado que ahora parece decidido a inundarnos a proyectos, no es mala idea estudiar su caso con detenimiento, con ánimo de obtener, si no un veredicto, sí al menos unas cuantas claves y predicciones aventuradas en torno a su cine.
APATOW PRODUCTOR
Puedes ser un guarro y un tío excelente. Es decir, un personaje puede hablar mal y ser al mismo tiempo una bella persona. Ahí está la gracia del asunto.
Siempre cae simpático un hombre obsesionado por los mecanismos de la comedia. Si, además, su obsesión se centra en un humor físico, moderadamente burro, y un cariño medular por los perros verdes, la simpatía puede virar rápidamente en veneración. El problema de Apatow es que llega a la cola de una tradición muy larga, que inaugurara gente como John Waters o Lloyd Kauffman, para luego contar con eslabones tan independientes y únicos como los representados por los hermanos Farrelly, Parker y Stone, Tom Green, Mike Myers o Adam Sandler. Y comienza a dirigir justo cuando lo políticamente correcto anda de capa caída, llevando a cabo curiosas alianzas con el didactismo y el conservadurismo de toda la vida. Es decir, el invento de un cine familiar, de corazón blandito, pero con chistes de pedos y coñas marineras sobre sexo oral. El propio Sandler, con los necesarios matices, y los hermanos Farrelly tampoco andan libres de culpa a este respecto. Dicho esto, el currículum de Apatow es impresionante; forjado en televisión de la mano de gente como Ben Stiller o Larry Sanders, su nombre aparece asociado a series de culto, como la recordada El crítico, y a películas tan apreciables como Un loco a domicilio o El reportero. Tan sólo con los proyectos en los que ha estado involucrado podríamos construir una pequeña historia de la evolución del humor en Estados Unidos en los últimos quince años. Precisamente por eso, tiendo a ser más crítico con su trabajo tras la cámara, que ha dado lugar a películas impecablemente construidas, pero, a mi juicio, tan discutibles como finalmente insatisfactorias.
TODO QUEDA EN CASA
Muchas de las secuencias de Lío embarazoso están basadas en las experiencias que Leslie y yo hemos tenido como pareja.
Si el gusto estético puede ser un valor decisivo para juzgar el talento de un artista, Apatow cuenta con otro punto de redención. Está casado con Leslie Mann, una actriz espléndida que posiblemente hubiera caído en el olvido, como tantas veces ocurre en una industria injusta y caprichosa, de no ser gracias a su apoyo. Vista en comedias menores y simpáticas como George la jungla, y otras simplemente menores como Un diploma muy caro, Mann ha intervenido en películas del Apatow-productor, como en la citada Un loco a domicilio, y en sus dos largometrajes como realizador. Y a mí siempre se me ha caído la baba viéndola, porque no sólo está muy rica, sino que además tiene unas fantásticas cualidades de humorista nata y de actriz dramática cargada de matices, que a buen seguro sabrá explotar con aun más gracia en los años venideros.