Frances Mayes se da de golpe con la cruda realidad tras el repentino abandono de su marido. Sola y deprimida, la madura escritora decide abandonar su apacible vida en Estados Unidos e inicia un viaje a la soleada Italia para aliviar sus penas. Nuestra protagonista se encuentra con la típica y tópica recreación de la Italia de postal turística de la que tanto disfruta el cine norteamericano (me viene a la mente la tontorrona "Sólo tú") y en un abrir y cerrar de ojos se compra una villa en la Toscana.
La recuperada Diane Lane vuelve a estar en el punto de mira -tras pasar años en el olvido, fue nominada al Oscar el pasado año por "Infiel"- con esta comedia romántica que le va como anillo al dedo. El argumento de "Bajo el sol de la toscana" se centra en la reconstrucción de la casa -bonito el detalle del incómodo grifo en clara alusión al progresivo estado de ánimo de nuestra heroína- y entorno a ella se congregan numerosos personajes, todos ellos simpatiquísimos, sin que ninguno llegue a desentonar lo más mínimo.
La narracíon del filme sigue el discurso habitual en este género de corte sentimental. En las andanzas amorosas de esta escritora que no escribe no se encuentra atisbo alguno de profundidad, quedándose en una mera aunque resultona anécdota.
La conclusión a la que llega la directora Audrey Wells con el agradable filme es que una mujer sólo puede ser feliz si encuentra a un hombre que le de calor por las noches, conclusión que comparten todas las comedias románticas desde el principio del los tiempos... y así no se puede evolucionar.
El resto es cine cargado de buenas intenciones pero con poco fondo, aunque no hay que menospreciar el enorme talento y luminosidad que irradia la guapísima Lane, en un tiempo actriz fetiche de Ford Coppola (trabajó con ella en cuatro de sus obras), que una vez más demuestra sus grandes cualidades. Por lo demás, las vistas de Venecia, preciosas (tampoco es que eso tenga mucho mérito) y el claro homenaje a Federico Fellini tiene su punto gracias a la extravagante amiga americana.