No sabemos si el conflicto latente entre Estados Unidos e Irán terminará conduciendo al mundo entero al apocalipsis. Por ahora la guerra entre ambos países se libra en el terreno propagandístico, y en ese aspecto el cine sigue siendo un arma de destrucción masiva.
No es de extrañar por tanto que ante producciones de Hollywood tan controvertidas y taquilleras en todo el mundo como 300 (que narraba el enfrentamiento clásico entre persas y espartanos de manera un tanto sectaria) y La Pasión de Cristo (retrato de un Jesucristo ortodoxamente cristiano), el cine iraní haya decidido contraatacar con sendas versiones de ambos films que, según las autoridades del país asiático, contribuirán a desmontar lo que consideran “una farsa total” en el caso del film de Zack Snyder y “una visión limitada” en lo que toca a la cinta de Mel Gibson.
Así, Peyman Fajjarian está realizando una ficción documental titulada Parseh: Capital del Mundo que, supuestamente, abordará la época y las localizaciones transitadas por 300 con un mayor rigor en lo relativo a las etnias y estados que protagonizaron la Historia, y a las complejidades de sus relaciones reales.
Por su parte, Nader Talebzadeh ha hecho de Jesús, Espíritu de Dios (ya estrenada en Irán) una apología del Jesucristo islámico, cuyo papel es el de uno de los profetas que anunciaron la llegada de Mahoma, y no el Hijo de Dios de la religión cristiana que exaltaba Gibson.
No es la primera vez que la repercusión internacional de films norteamericanos particularmente polémicos provoca reacciones cinematográficas más o menos evidentes en otros países. El caso anterior más célebre es posiblemente el que propició la saga Rambo, protagonizada por Sylvester Stallone. La Unión Soviética apadrinó en 1986 una película de acción cuyo título original, Odinotchnoye Plavaniye, fue sustituido de manera explícita en España por el de Soviet: La Respuesta.